
Sobre cuadrados y triángulos
No es habitual encontrar una temporada en la que todos los interiores del FC Barcelona promedien menos de cincuenta pases por partido. Hoy por hoy, De Jong (49,7), Pedri (48,3) y Gavi (33,4) están por debajo de esa cifra. Incluso después de que Pep Guardiola abandonara el Camp Nou, semejante circunstancia solo ha ocurrido una vez, durante el curso 2016-17, el último de Luis Enrique como entrenador culé, cuando ni Iniesta, ni Rakitic ni André Gomes la alcanzaron. Antes y después de aquello, Xavi, Iniesta, Thiago, Cesc, Rakitic y hasta el propio De Jong estuvieron por encima. El caso de Frenkie es paradigmático, pues después de erigirse en el máximo pasador del equipo la temporada pasada, con más de setenta y cinco pases por partido, actualmente tiene a Jordi Alba, Busquets, Eric Garcia, Piqué, Dani Alves o Araújo con más peso asociativo que él por encuentro. De hecho, anoche contra el Cádiz, Memphis y Ferran Torres fueron los únicos jugadores de campo titulares con menos pases que el centrocampista neerlandés. Ante el conjunto de Sergio González, y en ausencia de Pedri, el ex del Ajax ocupó el interior derecho haciendo pareja con Gavi por delante de Busquets, adoptando un posicionamiento muy adelantado en la línea de lo que viene buscando el Barça de Xavi.
Muchas veces ha insistido el técnico egarense en la importancia de que los interiores de su equipos reciban el cuero “en el cuadrado”, esto es, en el espacio que se genera en ataque entre el central, el lateral, el mediocentro y el volante rival de cada lado. Una zona a partir de la que poder contactar con el balón entre líneas, fijar a los mediocentros, liberar las alas o atacar a los centrales contrarios. El partido del Barça en el Santiago Bernabéu seguramente sea el mejor ejemplo de lo que busca Xavi con este funcionamiento. Ocurre que los rivales han aprendido, y ya sea a partir de marcas individuales o de vigilancias más zonales, después del clásico los interiores barcelonistas han tenido muchas más dificultades para encontrar el esférico en las parcelas que su entrenador les marca. En estas circunstancias, sin embargo, la respuesta azulgrana no ha pasado tanto por buscar alternativas para que el balón llegue a los pies de sus interiores, como podría ser, por ejemplo, su descenso a una altura más próxima al mediocentro, sino que ha preferido aprovechar el trabajo del contrario para encontrar libres a otras piezas. Lo describía a la perfección Nicolás Tagliafico, lateral izquierdo del Ajax y quien a las órdenes de Ten Hag más de una vez ha sido llamado a situarse “en el cuadrado” llegando desde la banda:
“Si el rival juega con un 1-4-4-2, se forman cuadrados entre sus defensas y sus centrocampistas. Por ejemplo entre el lateral, el central, el mediocentro y el extremo del lado derecho. Entonces cuando yo aparezco con esa diagonal hacia dentro, generalmente en ese cuadrado nadie me puede marcar. Si me sale un central, entonces nuestro delantero va a poder correr a esa espalda; si me sale el lateral, voy a generarle espacio a nuestro extremo; si el extremo baja mucho permite que mi central pueda avanzar más con el balón; y el mediocentro tampoco puede retrasarse mucho porque entonces van a empezar a recibir balones nuestros centrocampistas y es desde ahí desde donde empezamos a jugar. Es un movimiento con el que quizá no vas a recibir el balón, pero que haces para generarle inquietudes a los jugadores rivales”.
Sucede que donde el Ajax sacrificaba a su lateral como señuelo para que pudieran intervenir con mayor comodidad otros jugadores más importantes en ataque, en el Barça los sacrificados están siendo, precisamente, los hombres llamados a estructurar el juego ofensivo de los azulgranas. Sus arquitectos. Las piezas que deben hilar el ataque a través del carril central y relacionarse desde su estratégica posición con el resto de compañeros. Como si el Barça estuviera utilizando rodaballo como cebo para pescar lombrices. El primer problema que esto le está generando es que las demás piezas del once no están teniendo la capacidad de hacer jugar al equipo. Aubameyang o anoche Memphis, por ejemplo, pasan por un momento discreto en el desmarque e irregular en la descarga, subrayado por le hecho de que con los dos interiores muy arriba la solución del tercer hombre pierde a dos de sus principales socios, y rematado por la escasa coordinación de medios y delanteros a la hora de atacar los espacios que pueda abrir el arrastre de los centrales. En los extremos, Ferran y Dembélé están teniendo un comportamiento muy diferente, el español cruzando caminos con Gavi para atacar el área, y el galo tendiendo a una frontal del área que ya suele estar ocupada por la posición adelantada del interior pero desde la que, de todos modos, se está destacando como la principal amenaza individual en ausencia de soluciones colectivas.
Y es que con los interiores fuera de la ecuación, la gestión de la posesión está recayendo, sobre todo, en Busquets y en los interiores, sin que Alba, Mingueza o Dest estén pudiendo trasladar al juego un impacto de centrocampista a ambos lados del mediocentro. La forma en que se está ordenando el equipo por detrás de la posición adelantada de los interiores, de hecho, está contribuyendo a tensionar los triángulos sobre los que descansan los fundamentos del juego asociativo culé. Gavi, De Jong o antes Pedri, en lugar de ser los vértices que lo conectan todo, quedan como puntos aislados de los demás. La mejor prueba de ello es el segundo problema que se está encontrando el Barça a propósito de su impacto en los partidos: después de utilizar como señuelo a los interiores para hacer llegar el cuero a otro compañero, el conjunto culé no consigue volverlos a involucrar en la jugada. Ni a partir del punta, ni de los extremos, ni de los laterales. Apuntaba Adrián Cervera en Twitter que, en muchos momentos, la posición adelantada de los interiores que busca Xavi en su Barça extraña una escalón intermedio entre ellos y los centrales para, justamente, reducir la distancia que termina por aislarlos del resto. En Qatar, el egarense los encontró gracias al 1-3-2-2-3 y a la base de dos hombres que situaba en el mediocampo, como solución para introducir un cuarto elemento en la línea medular, reclamar más atenciones en la base de la jugada, hacer salir a los mediocentros y liberar las zonas de recepción del interior.
También en Barcelona Xavi ha trabajado algunos mecanismos que, sin ser lo mismo, sí han tenido un efecto equivalente. La formación de un cuadrado en mediocampo, con dos centrocampistas en el primer escalón y otros dos en el segundo, a partir de los movimientos fuera-dentro bien de un lateral o bien de un extremo. Buscando que Dani Alves se convierta con balón en una suerte de segundo mediocentro, o que Gavi ejerza como falso extremo para completar el cuadrado por delante de un interior más tendente a la base y al lado de otro encaramado a la mediapunta. Soluciones que recientemente han perdido protagonismo, a medida que los laterales culés se han ido asentando en posiciones abiertas y retrasadas. Influyendo más por fuera que por dentro, y más cerca del paralelo de los centrales que del de Busquets. Dibujando una línea recta donde antes hubo triángulos y cuadrados.
– Foto: LLUIS GENE/AFP via Getty Images
Pedri8 21 abril, 2022
Es quizás por eso que Xavi quiere (necesita) la renovación de Sergi Roberto, que puede jugar de lateral-mediocentro por la derecha. Eso, junto con el fichaje de Azpilicueta, dejarían el lateral derecho con un lateral-central (Azpilicueta) para hacer defensa de tres, o con un lateral-mediocentro (Sergi Roberto). Y con perfiles similares en el lateral izquierdo, se puede conseguir jugar con ese 1-3-2-2-3 ofensivo y un 1-4-3-3 defensivo.
No obstante lo que dice el artículo es cierto. El Barça actual tiene jugadores de mucho talento junto con otros de un nivel bastante inferior, y son precisamente los jugadores de mayor nivel los sacrificados, por lo que la solución del 1-4-3-3 hace jugar peor al equipo una vez los rivales han aprendido, y ajustado, su sistema para jugarle al Barça. Tal vez una solución sería, con los jugadores de que se dispone, salir directamente con el sistema 1-3-2-2-3 con tres centrales (Araujo-Eric-Piqué) y dos mediocentros (Nico-Bussi), dos interiores (Jong-Gavi) y tres delanteros (Ferran-Auba-Demb).
Hemos visto poco a Nico en ese rol, pero está capacitado para ejercerlo, y además puede ser una etapa formativa muy buena para él, ya que le proporcionaría mucho minutos de juego, y además al lado de Busquets.
Pedri8 21 abril, 2022
La idea es buena, explotar los cuadrados del rival, pero no puedes hacerlo desconectando a tus mejores hombres. Tampoco se dispone de laterales (excepto Alves) que puedan, desde un 4-3-3 pasar a un 3-2-2-3 asumiendo en fase ofensiva un rol de mediocentro.
Quizás la solución pase por poner directamente un sistema 3-2-2-3, con tres centrales claros (Araujo-Eric-Piqué), con dos mediocentros (Nico-Bussi), con dos interiores (Jong-Gavi) y con tres extremos (Ferran-Auba-Dembelé).
Además creo que esa solución activaría a Nico, dandole muchos minutos y de calidad, por jugar al lado de Busquests.