
Debilidades de un plan B
Si el Fútbol Club Barcelona hubiese conseguido una línea de buen juego estable a lo largo de toda la temporada, no habría recurrido al sistema con cuatro centrocampistas que viene luciendo las últimas semanas. No era el plan inicial de Xavi, cuya plantilla se había diseñado para formar con tres atacantes, por mucho que, con el balón en juego, éstos pudieran tener comportamientos asimétricos. No solo era un Barça que jugaba con tres delanteros, sino también uno que jugaba para esos tres delanteros. Tras este punto de partida, la apuesta por juntar en el once a cuatro centrocampistas le sirvió a Xavi para resolver dos problemas que estaba teniendo su plan inicial. El primero consistía en el reparto de alturas de la medular, pues si uno de los interiores debía sujetarse abajo para reforzar la parcela de Sergio Busquets, al equipo le faltaban opciones entre líneas; y si ambos interiores jugaban a la espalda del mediocampo rival, la exposición del pivote barcelonista se traducía en una debilidad competitiva cada vez que el adversario lograba superar la primera presión de los culers.
El segundo problema que resolvían los cuatro centrocampistas era la coherencia “semántica” entre Dembélé y Busquets. El galo era el futbolista al que más veces buscaba el equipo para generar la ocasión de gol, pero debido a su irregularidad en la toma de decisiones su alta participación no solo llevaba aparejado el peligro sobre la portería rival, sino también mayores posibilidades de perder el balón en zonas comprometidas y de señalar la debilidad del mediocentro respondiendo a un juego más descontrolado. Con cuatro centrocampistas, en cambio, el Barça ganó control y cambió el orden de intervención de sus futbolistas. Los extremos recibían después de que el esférico pasara por los pies del mediocampo, con más ventajas a la hora de arriesgar y el equipo más preparado para sobrevivir al riesgo que pudieran tomar los puntas.
Que la idea con la que Xavi empezó y diseñó la temporada fuera la de los tres delanteros y no la de los cuatro centrocampistas seguramente se explique por el hecho de que la segunda tampoco era una opción perfecta. Para un equipo justo en el desborde y las soluciones para generar ocasiones, y que por eso mismo le otorgaba un papel tan preponderante a su atacante más imprevisible, jugar con cuatro hombres en el centro del campo significaba renunciar a un extremo, lo que sobre el papel podía implicar perder, precisamente, capacidad de desequilibrio y de crear peligro. No por nada ha sido una propuesta no demasiado amable con Lewandowski, pues ha demandado al polaco en fases más tempranas de la jugada buscando en él una alternativa creando situaciones de peligro a cambio de restarle minutos en el interior del área.
Para que el segundo plan de la temporada funcionase, Xavi encontró varias soluciones. La primera, un Alejandro Balde que, desde el lateral y asumiendo entera toda la banda, podía seguir llevando desborde a la punta izquierda. También Gavi y Pedri, más adelantados y aumentando su influencia en el área contraria, le permitieron al equipo disimular la pérdida de su tercer delantero. Finalmente, la autoridad de su defensa titular, la que forman Koundé, Araújo, Christensen y Balde le valió a los azulgranas para impulsar la presión como arma de ataque, y para rentabilizar cada gol. Un Barça con menos delanteros, pero para el que el 1-0 era sinónimo de victoria.
Prácticamente nada de esto tuvieron los de Xavi el domingo en Almería. Manteniendo la apuesta de los cuatro centrocampistas para poder acercar un aliado a Busquets sin renunciar a tener dos centrocampistas más adelantados, los azulgranas fueron inofensivos en ataque. Les faltó el desequilibrio de tercer delantero que desde el lateral tiene Balde y no Jordi Alba, el punto de apoyo en tres cuartos de campo para girar el juego que es Pedri y no Kessié, y la gobernanza en los duelos defensivos que tienen Araújo y Koundé pero no Eric y Sergi Roberto. Si hasta ahora el Barça de los cuatro centrocampistas había transmitido la sensación de que un gol culer cerraba el partido, en Almería la impresión fue que no tenía con qué responder al tanto de El Bilal Touré. De ser un equipo con apariencia de no poder encajar gol, pasó a ser un equipo sin opciones de marcarlos.
– Foto: JORGE GUERRERO/AFP via Getty Images