
Análisis: El impacto de Alejandro Balde
Un equipo de fútbol tiene dos maneras de crecer. Puede elevar su techo, es decir, aumentar su potencial rendimiento máximo; o subir su suelo optimizando su rendimiento valle. Incrementar el nivel al que puede llegar y también el nivel hasta el que, en condiciones normales, puede caer. Lo idóneo, claro está, es asentar ambos estándares lo más arriba posible y acercarlos entre ellos tanto como se pueda. Ser un aspirante capaz de brillar en las buenas y de seguir compitiendo en las malas. Vivir en el excelente cuando el viento sopla a favor, pero mantenerse en el notable si toca que sople en contra. En este sentido, la temporada pasada el FC Barcelona fue un conjunto restringido en ambos registros. Tan fuerte como le permitieran ser un delantero de treintaidós años (Pierre-Emerick Aubameyang), un central de treintaicuatro (Gerard Piqué) y un centrocampista de diecinueve (Pedri), y tan débil como lo fueran sus piezas más problemáticas (portero, mediocentro y laterales).
Limitado en lo económico para llevar a cabo una intervención completa que abarcara ambas mejorías, en el último verano el club tuvo que decidir por cuál de los dos crecimientos apostar, y atendiendo a lo que fue su mercado de fichajes se deduce que se decantó por el primero. Por elevar su techo. En lugar de asentar más piezas en el notable, empezó a acercar algunas al excelente posponiendo los relevos de aquellas que si aprobaban lo hacían por los pelos. Así incorporó a Robert Lewandowski donde ya tenía a Aubameyang, a Koundé y Christensen donde tenía a Piqué, Araújo y Eric García, o a Raphinha donde tenía a Dembélé, Ferran Torres y Ansu, y optó por operaciones menos ambiciosas en el resto de posiciones, reforzando los laterales con Marcos Alonso y Héctor Bellerín y dando continuidad tanto a Ter Stegen como a Sergio Busquets en la portería y el pivote. Durante los últimos meses, en estos “vacíos” Xavi se ha reencontrado con la mejor versión de Marc-André, ha utilizado a Jules Koundé como solución en banda derecha y, a la espera de comprobar si tras el Mundial se abre la disputa por el puesto de mediocentro, ha descubierto en Alejandro Balde a una de las noticias más positivas del curso en clave azulgrana.
A pesar de cierta mesura a la hora de exponerlo en los escenarios más exigentes, especialmente en Champions, el canterano despide 2022 como el lateral izquierdo titular del Barça por delante de Jordi Alba y Marcos Alonso. La explicación de su meteórica progresión y de su impacto inmediato en el equipo podría resumirse en tres factores: su facilidad para ganar duelos defensivos, su personalidad asumiendo responsabilidades con el balón en los pies y su buena adecuación táctica al sistema del entrenador.
Sin balón, como es lógico por edad, no se trata de un zaguero completo a nivel táctico ni del todo maduro interpretando los escenarios defensivos, pero sí posee recursos individuales para competir las batallas que le plantean los atacantes rivales. Es fuerte en el choque, rápido en la corrección, sigue los cambios de ritmo y de dirección y posee inteligencia para medir el momento de meter el pie. La suma de estas cualidades le ha permitido un impacto muy inmediato desde la eficacia en los duelos, especialmente cuando el delantero contrario intenta sobrepasarlo por abajo, pero también cuando el adversario trata de ganar su zona por arriba.
Balde se basta para contener su zona, lo cual no solo incrementa la seguridad del sector izquierdo de la defensa azulgrana sino que además, de rebote, contribuye a que el resto de parcelas también se fortalezcan, pues descarga a sus ocupantes de las ayudas que antes debían procurarle al lateral. Balde necesita menos cobertura del central, el mediocentro, el interior o el extremo para imponerse en sus duelos, de modo que sus compañeros pueden focalizarse más en sus respectivas batallas y hacerlo, además, en un escenario más acotado, más cerrado y en el que ocurren menos cosas ya que, controlada la banda izquierda, hay menos flancos por los que preocuparse. No solo por Balde se explica que el resto de posiciones defensivas, incluso las que tienen el mismo ocupante que el curso pasado, luzcan esta temporada un mejor porcentaje de victorias en los duelos defensivos, pero la aparición del canterano en el lateral izquierdo del primer equipo también participa de ello.
La aportación defensiva de Balde cobra más valor si se tiene en cuenta de que se trata de un lateral de vocación y virtudes más orientadas al ataque. Un zaguero que vive más feliz cerca del extremo que el central, y que prefiere mirar hacia el área contraria antes que hacia la propia. Un lateral con recorrido y instinto para incorporarse por banda, ya sea rompiendo al espacio o sumando con el balón en los pies. En este último punto, Balde cuenta con una habilidad que es oro: es un lateral con capacidad de desborde. No es infalible encarando a su marcador desde una posición estática, pues de serlo sus entrenadores ya le habrían buscado acomodo como delantero para romper defensas en espacios reducidos, pero con vuelo tiene facilidad para dejar rivales atrás. Es, con margen, el zaguero del Barça con más capacidad de desborde.
También al que más arriba busca el sistema de Xavi. El equipo del egarense parte del arquetípico 1-4-3-3 culer, pero su puesta en escena es claramente asimétrica. De esta forma, del mismo modo que el interior derecho acostumbra a ser más profundo que el izquierdo, y el extremo derecho juega más abierto que el izquierdo, también los laterales asumen roles diferenciados. Si el derecho acostumbra a tener un comportamiento más cercano al de un tercer central, contenido subiendo la banda y buscando un primer escalón de tres hombres con el que sumar efectivos en el primer pase y en el mediocampo, el lateral izquierdo por norma es un futbolista más desligado de las primeras fases de la jugada y más presente en la línea más adelantada. Mientras un lateral se convierte en central, el otro se transforma en extremo. Se trata de unas atribuciones que casan muy bien con el juego de Balde, más determinante en los últimos metros que director en la gestión de la jugada. No por nada con la selección española, un combinado que implica más a ambos laterales en el inicio de la jugada, Balde mostró en el Mundial un tipo de dificultades que no había experimentado antes como azulgrana.
– El mapa de pases de Balde ante el Athletic (lateral izquierdo) y ante el Valencia (lateral derecho). vía As.com –
De todos modos, a las órdenes de Xavi el canterano también ha sabido ser importante en la construcción desde atrás cuando el rival lo ha retado. Athletic Club o Valencia optaron en Liga por liberar al canterano de la presión para poder concentrarla en otras piezas como Koundé o Eric García, y Balde respondió a la invitación con tanta personalidad como acierto. Reconociéndose como el hombre libre y asumiendo la responsabilidad de hacer avanzar a su equipo. Aceptando el desafío con determinación y atrevimiento, incluso desde una demarcación tan antinatural para él como la de lateral derecho. Balde se ha hecho fuerte en dos de las posiciones peor cubiertas de la plantilla, y con ello ha elevado el suelo competitivo del Barça.
– Fotos: David Ramos, Josep Lago, Aitor Alcalde/Getty Images