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El tablero de Ten Hag

El tablero de Ten Hag

El Rincón de los Inmortales es uno de los mejores productos del periodismo deportivo español. En la era de los nuevos lenguajes y los artificios formales, para crear esta serie de vídeos Leontxo García necesita poco más que una cámara fija y un tablero de ajedrez de grandes dimensiones a modo de pizarra. Sobre él, el periodista de El País desgrana las partidas más brillantes de la historia del ajedrez, combinado grandes dosis de conocimiento y de capacidad para transmitirlo. En 2017, uno de los vídeos de El Rincón de los Inmortales tuvo como protagonista al ajedrecista neerlandés Max Euwe y al duelo que lo enfrentó al soviético Yefim Geller en el Torneo de Candidatos de 1953. Además de por lo lúcido de sus movimientos, Leontxo rescató esta partida por la estrategia que siguió Euwe para llegar a la victoria. Jugando con negras, su triunfo no se fundamentó en un ataque, sino en la respuesta al ataque de su contrincante. En un contraataque. Ante el despliegue de piezas de Geller, el neerlandés no optó por proteger a su rey, sino por aprovecharse del atrevimiento del adversario para infligirle él un daño mayor y más veloz. Por atacar aquello que el ataque de su rival desprotegía.

Será cosa de los Países Bajos, porque anoche, en Old Trafford, Erik ten Hag guió la clasificación del Manchester United con un ajuste al descanso que siguió el mismo planteamiento. Hasta entonces, como la idea, el primer tiempo había transcurrido igualado, con un Barça fiel al sistema de cuatro centrocampistas a pesar de las bajas, y que suplió la falta de autosuficiencia en los últimos metros con una propuesta muy segura en defensa y mediocampo. Con balón encontró la forma de sortear la presión local y de no encallarse en la medular, y sin él se mostró sólido en los duelos y compacto en sus líneas. Cerca de De Gea, eso sí, sin Pedri, sin Gavi, sin Ousmane Dembélé, con un Raphinha poco amenazante en el desborde y obtuso en la toma de decisiones, y un Robert Lewandowski que no ha recuperado el punto de forma previo a la sanción y al que el sistema de cuatro centrocampistas reclama una autosuficiencia en la generación de ocasiones que no responde a su perfil de delantero, al Barça le faltó colmillo.

El más punzante fue el de Alejandro Balde, que aprovechó el aclarado en banda izquierda para sostener las dos armas más peligrosas del equipo de Xavi en El Teatro de los Sueños. La primera, con balón para los culers, consistió en sus llegadas por banda, corriendo a la espalda de Bruno Fernandes y aprovechando que los recorridos de Sergi Roberto desde la banda hacia el centro a menudo arrastraban fuera de la zona del lateral a Wan-Bissaka. La segunda, con el esférico para los locales, fue la presión hombre a hombre, con Balde transformado en extremo para tapar al lateral derecho inglés y Christensen, por detrás, emparejado con un extremo derecho del United que en este primer acto ocupó Bruno Fernandes. Justo ahí es donde actuó Ten Hag al descanso. Detectó la amenaza de Balde, pero en lugar de orientar su respuesta a la protección supo ver que, para para poder apoyarse en el lateral, el Barça le estaba abriendo una puerta. Con la entrada de Antony por Weghorst, los Red Devils reordenaron la posición de sus hombres de ataque de modo que, ahora, el central izquierdo del Barça pasara a batirse con un extremo mucho más eléctrico y peligroso con metros por delante como el brasileño, el derecho tuviera que desplazarse más siguiendo los movimientos de Rashford, y el mediocentro encontrara una amenaza más lúcida a su espalda con la ubicación centrada de Bruno Fernandes.

Tres piezas que acompañadas más tarde con Garnacho desde la izquierda multiplicaron el peligro del ataque del United y llevaron el enfrentamiento a un duelo entre defensas y delanteros en el que al Barça le faltaron argumentos para equilibrar la determinación de los atacantes locales. Gracias a la intervención de Ten Hag, el daño que le infligió el United fue mayor y más veloz. Y es que si en este tramo de la temporada Xavi ha podido apostar por prescindir de un delantero para ganar un centrocampista, es tanto porque el matiz le sienta bien al equipo como porque la plantilla no tiene tres delanteros por los que lamentar la pérdida. A pesar de que arrancó como un conjunto volcado hacia sus atacantes, el de Xavi hoy es un Barça con mejor defensa que mediocampo y con mejor mediocampo que delantera. El dilema del técnico azulgrana es que en su mejor once hay cuatro centrocampistas, pero que, en escenarios como Old Trafford, renunciando a un delantero sus dos puntas no valen por tres.

 

– Foto: OLI SCARFF/AFP via Getty Images

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