
En el diván del extremo derecho
Ser extremo derecho en el Barça de Xavi Hernández es un trabajo agradecido. Desde el comienzo de su andadura en el banquillo culer, el técnico egarense ha mirado con mimo a sus delanteros de banda. En su primera ventana de fichajes incorporó a dos (Adama y Ferran Torres), y en la segunda además de sumar a Raphinha a la causa dejó clara su confianza en Ousmane Dembélé. Aquel era un Barça que los miraba a ellos antes que a nadie. Un Barça cuyo primer impulso era el de hacer llegar rápidamente el balón a los pies de los extremos, organizando, si hacía falta, al resto de piezas para facilitar dicho objetivo. Laterales, interiores o incluso el delantero centro definía su rol y función en el engranaje a partir de esta idea inicial. En las últimas semanas, sin embargo, el Barça ha cambiado. Xavi ha apostado por introducir en el once a un centrocampista más, camuflado en la delantera, para que con sus recorridos hacia el centro le permita tener a un cuarto hombre en zona de medios.
El cambio no solo es formal, sino que ha conllevado una remodelación más profunda en la manera de jugar del equipo, que bien podría resumirse diciendo que si antes los medios eran consecuencia, ahora son la causa. El balón primero los mira a ellos, como paso previo para acudir a las demás zonas del campo. Podría suponerse, por lo tanto, que el cambio afectaría negativamente al ecosistema de los extremos, pero el resultado ha sido el contrario. El Barça de los cuatro centrocampistas juega con un solo delantero de banda que, no obstante, llega a estar incluso más potenciado que antes. Hasta ahora lo habían comprobado Dembélé y Raphinha, y ayer fue el turno de Ferran Torres en una noche en la que sobre el papel el Barça volvió a formar con tres arriba pero que, en la práctica, encomendó a Ansu Fati funciones parecidas a las que suelen tener Gavi o Pedri cuando parten desde la izquierda.
Como recientemente el francés y el brasileño, el ex del Manchester City firmó el domingo su mejor actuación desde que viste de azulgrana, habitando la banda derecha del conjunto de Xavi, y disfrutando su acierto individual a partir del efecto positivo de sus compañeros más próximos. Empezando por Koundé, que volvió a demostrar gran lectura de la posición y destreza en el pase a la hora de habilitar en ventaja a su socio, siguiendo por Gavi, que como otros días hace Pedri aprovechó su libertad para asomarse a la frontal desde el interior derecho y juntar por dentro a los rivales encargados de hacerle la cobertura a la marca de Ferran, y terminando por Lewandowski, encargado de fijar a los centrales en el centro y de ejercer como punto de apoyo para abrir el esférico a los costados con rapidez. Todas estas ventajas las aprovechó Ferran Torres para encontrar lo que necesitaban tanto él como el equipo.
Se impulsó sobre la confianza labrada en el éxito de sus primeras acciones para desbordar a su par tantas veces como se le pusiera en frente, terminar el encuentro con 10 de 12 en regates y compensar la falta de desequilibrio que podía acusar el Barça sin Dembélé, Raphinha o Pedri. Más cuando Ansu Fati, el teórico extremo izquierdo, estuvo lejos tanto en acierto como en rol. De hecho, el papel del canterano no fue muy diferente al que otras noches ha representado Gavi como falso extremo, dejando la banda a las internadas de Balde y apareciendo en el carril central como una suerte de mediapunta. Por momentos, incluso, luciendo como el interior, toda vez Sergi Roberto bajaba a ocupar la zona del mediocentro cuando De Jong se incrustaba en la zaga como central o lateral en la construcción del juego. Mientras el extremo derecho acoge con los brazos abiertos a cada azulgrana que se prueba el traje, por el momento el izquierdo está resultando un entorno mucho más hostil. Quizá por eso por el momento solo han superado la prueba laterales como Balde o centrocampistas como Gavi y Pedri.
– Foto: David Ramos/Getty Images