
Veintitrés segundos
Veintitrés segundos. Veintitrés segundos son los que necesitó Marc Guiu para envolver en papel de regalo y ponerle el lazo al cuento de hadas que imaginan todos los niños y niñas que sueñan con jugar en el Barça algún día. Veintitrés segundos para debutar ante tu afición, recibir tu primer balón como jugador del primer equipo y transformarlo en el gol de la victoria a pocos minutos de la conclusión, reforzando la estadística que dice que, esta temporada, el Barça es el conjunto de las grandes ligas que más puntos consigue en los minutos finales. Se trata de un dato que refleja el compromiso competitivo, la fe y la voracidad del equipo de Xavi y que, en gran medida, ya le valió el curso pasado para hacerse con el título de Liga, pero que a su vez también habla de un Barça más capaz de lograr resultados en el esfuerzo extra que navegando a velocidad de crucero. Un Barça que para derribar la muralla del rival suele tener que esperar al último cuarto de hora y a acumular en su once a un mayor número de delanteros.
A cuatro o cinco, ocupando no sólo las posiciones de ataque sino también las teóricamente reservadas para los interiores-mediapuntas. Esas plazas que en el cuadro de Xavi acostumbran a jugar más cerca del nueve que del mediocentro y en las que, hasta la fecha, a excepción de Pedri han habitado más cómodamente delanteros como Raphinha o Joao Félix que centrocampistas como Gavi, De Jong o Gündogan. No en vano, el sistema que ha implantado en Barcelona lo puso en práctica el técnico en Catar utilizando para esos roles a futbolistas con más perfil de extremo o de segundo punta. Jugadores con menos necesidad de tocar muchos balones y más acostumbrados a esperar muy adelantados, en contraposición a unos centrocampistas más dados a volúmenes altos de participación y a influir en los metros finales llegando desde la segunda línea antes que integrando la primera. A Gavi, De Jong, Gündogan o Fermín, en posiciones de segunda punta, les cuesta entrar en juego con continuidad, de modo que su rol suele tener más peso en la fijación de rivales por dentro que dirigiendo posesiones.
De ello se ha servido en muchas ocasiones su equipo para ofrecerle escenarios favorecedores a sus hombres de banda, ya fuera a Dembélé el curso pasado o a Raphinha y Lamine en el actual. También a Alejandro Balde, extremo izquierdo de facto en el funcionamiento azulgrana, y la primera ventaja que anoche encontraron los culers ante el Athletic de Ernesto Valverde. Arrancó el Barça recuperando la propuesta de los cuatro centrocampistas, con Fermín haciendo las veces de falso extremo izquierdo, Joao ubicado por dentro a la espalda del doble pivote visitante y Ferran Torres abierto a banda derecha. En frente, un Athletic de líneas adelantadas pero contención en la primera presión, que saltaba cuando su rival daba un pase atrás, pero que por lo general dio libertad para iniciar a Christensen e Iñigo Martínez a cambio de concentrar sus esfuerzo en atacar la posición de un Oriol Romeu con dificultades para girarse y soltar el cuero. La alternativa planteada por Xavi pasaba por Gündogan, que desde la izquierda formó muchas veces como un sobrevenido tercer central, ocupando las zonas que habitualmente transita Frenkie de Jong, pero que a diferencia del neerlandés interpretó más desde el pase que desde la conducción.
-A la izquierda, el mapa de pases de Günodgan. A la derecha, el mapa de pases de Iñigo Martínez. (vía wyscout) –
Con el alemán dividiendo atenciones a la altura de los centrales emergió la figura de Iñigo Martínez, que no sólo acertó a contener en defensa sino que se destapó creando ventajas con balón a través de envíos verticales y cambios de orientación. Durante el tramo inicial del encuentro, cuando los locales lograron salir y cortar líneas por dentro encontraron con cierta facilidad a los hombres de banda. Especialmente a Balde, que en estos minutos se aprovechó de que Fermín y Joao arrastraban a De Marcos hacia dentro para disfrutar del carril libre y llevar al Barça hasta el área rival. Supo corregirlo Valverde, intercambiando las posiciones de Iñaki Williams y Guruzeta, para que el primero amenazara como nueve y le creara a su hermano Nico situaciones de uno contra uno a las que generalmente Cancelo supo responder, y para que Guruzeta corriera hacia atrás persiguiendo a Balde. Con este ajuste El Txingurri cortó en primera instancia las alas al ataque culer, que con el paso de los minutos perdió ritmo y precisión, aumentó las pérdidas de balón en campo propio y favoreció las contras del Athletic atacando la espalda de los laterales.
– El mapa de acciones de Joao Félix. (vía wyscout) –
La solución que encontró Xavi pasó por las bandas. Primero intercambiando las posiciones de Joao Félix y Fermín para que el portugués encontrara en la banda más libertad para recibir, después utilizando el papel de Gündogan en salida para volver a liberar a Balde dividiendo las atenciones de Guruzeta, y finalmente dando entrada a Lamine para sumar un factor de desequilibrio también en la otra orilla ante un Athletic que, después de juntarse defensivamente en un costado, sufría cuando el Barça cambiaba la orientación del juego. Los azulgranas se juntaban alrededor de las botas de Joao Félix, faro del juego de ataque local, que no cesó en su empeño de atraer rivales y atacar la mediapunta con diagonales desde la banda a la espera de liberar las posiciones y los desmarques de sus compañeros. Marc Guiu llevaba sólo unos segundos sobre el campo cuando el portugués recibió un pase vertical de Iñigo a la espalda del mediocampo bilbaíno, sacó de posición a De Marcos y aclaró el espacio para la carrera del jovencísimo canterano. Fue la jugada que Joao llevaba todo el partido buscando. La que Marc Guiu llevaba toda la vida soñando.
– Foto: JOSEP LAGO/AFP via Getty Images