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Neil Lennon

Normalmente el pase a octavos está alrededor de los 10 puntos. El Barça ya tiene nueve y, de no mediar una sorpresa mayúscula, el pase y la primera plaza parecen seguros. En partido de mañana, eso sí, serviría pare certificarlo ante el segundo clasificado. Más allá de las cábalas clasificatorias, el choque se presenta con muchas incógnitas en el aire por ambos lados. Se prevén cambios en el Barça y seguramente también en el Celtic.

El partido no pintaba mal. El Barça tenía el dominio, el balón y alguna que otra ocasión desperdiciada. Lennon había dispuesto al Celtic en un 4-4-2 en el que la media acumulaba centímetros y trabajo. No había espacio ni para Commons ni Samaras. El griego formaba en punta junto a Hooper. En la media cuatro soldados. Alguno tan técnico como Mulgrew pero soldado al fin y al cabo. Aunque el ataque de los escoceses no tuviera más plan que el dos para dos de los puntas con los centrales, lo cierto es que la transición defensiva del Barça fue mejor que en otros partidos. Cabe recordar que el equipo de Vilanova ha recibido ocasiones ante cualquier equipo sea del nivel que sea, ayer fue distinto. Valdés no vio acercarse al rival hasta el minuto 17 en una falta colgada que supuso el gol en propia portería de Mascherano. En el estado de forma actual del guardameta seguramente no sea el momento de pedírselo, pero de cara a otros escenarios en que la inferioridad en el juego aéreo sea tan extrema, al portero se le necesita mandando muy lejos de la línea de gol. Es el único que puede igualar los casi 190 centímetros que calzaban todos los rematadores.

Si estuviéramos en la década de los 60, seguramente el del Barça sería el grupo de la muerte. Entre el Benfica, el Celtic y los azulgranas, acumulan hasta siete Copas de Europa, y las de sus rivales, todas fueron entre 1961 y  1967. Mucho ha llovido desde entonces y ni Celtic ni Benfica son hoy en día dos grandes del fútbol europeo. Para los escoceses, con la excepción del subcampeonato de la UEFA de la campaña 2002-03, su reino se limita al campeonato doméstico donde se ha repartido, año tras año, el campeonato local con el Rangers. Esta temporada, sin embargo, en la Premier escocesa se ha quedado sin su antihéroe tras la desaparición de los blues. Ante este escenario, la competición europea se presenta como el esperanzador estímulo de una temporada que se prevé sin más alicientes que el de conocer la fecha de la consecución del título de liga. El grupo, sin un segundo bombo inasequible, les permite creer en ello.