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El mapa de la ida

El mapa de la ida

marquinhos-neymar-durante-partido-psg-barca-1416158537182De ahora en adelante en Champions, el Barça solo va a enfrentar candidatos al título. Porque en semifinales todo el mundo lo es, y porque para llegar a ellas primero tendrá que eliminar a un Paris Saint Germain confirmado como aspirante tras descabalgar al Chelsea en octavos. Los de Blanc ya han eliminado a un grande, y después de dos años sin hechuras de campeón, sienten que ha llegado su hora. Tendrán en contra la ausencia de piezas absolutamente capitales en su sistema de juego, pero el Barça de Luis Enrique siempre concede una opción aunque por lo general se la cobre con intereses. Unos y otros ya se vieron las caras en la fase de grupos en dos duelos que hoy pueden servir de guía, pero al respecto de los cuales deberán saber medir la distancia. Los equipos, meses después, no son los mismos. Los culés mantienen el espíritu pero han cambiado la forma: laterales, interiores, extremos o delantero centro hacen cosas distintas desde entonces; y los parisinos, por el contrario, si bien han alterado poco su Mise en Place, proyectan un ánimo y una confianza que no se adivinaba al iniciarse el curso. Desde la victoria en Stamford Bridge, territorio de Mourinho, ya no creen en maldiciones ni bestias negras.

Quizá porque su jugador maldito por excelencia, el sueco Zlatan, hoy causará baja tras una expulsión que la historia solo podía depararle a él y en esta competición. Con pocas actuaciones memorables en partidos de Champions League y una hoja de servicio con más faltas que comparecencias, en el puro análisis la ausencia de Ibrahimovic es sin duda un contratiempo importantísimo, pues se trata de un jugador que da origen a varios de los mecanismos base del PSG, como ese en el que su equipo lo encuentra entre líneas y mientras él retiene el esférico y otea la mejor opción para el pase, hasta tres compañeros -los dos delanteros de banda y Matuidi- rompen al espacio como guepardos. Qué decir de su capacidad para bajar un envío directo y servirlo de cara y en ventaja al cerebro italiano de su centro del campo. Es, con poco margen a la duda, el futbolista más importante del cuadro parisino, pero su bagaje en los momentos señalados es tan desalentador que anímicamente su ausencia puede resultar incluso un impulso para los suyos. Jugar sin fantasmas.

Sin Ibra y con la duda hasta el último momento de Lucas Moura, lo más probable es que los tres hombres más adelantados en el esquema de Laurent Blanc sean Cavani, Pastore y Ezequiel Lavezzi. El uruguayo es el más 9 de los tres aunque con Zlatan normalmente juegue en banda, y lo más natural es que sea él quien recoja el encargo de atacar por el centro. Móvil, profundo, buen cabeceador y generoso en sus esfuerzos hasta la desmesura. A priori el otro candidato es Pastore, el menos 9 de los tres, pero es que Ibrahimovic, el habitual, tampoco ocupa la demarcación desde el canon. También con más juego en la frontal que en el área, el argentino ya ha demostrado contra el Barça que atacar a un mediocentro como Sergio Busquets le sienta bien. La presión irrevocable del catalán, cuando no es efectiva, permite la recepción a su espalda, y ahí El Flaco tiene giro y conducción para hacer valer la ventaja. Jugando en una de las dos bandas también serán las espaldas su objetivo donde recibir, sumando en este caso las de los laterales a la ya apuntada de Busquets. Partiendo desde el centro, eso sí, permitiría al conjunto francés sumar el extra defensivo en banda que proporcionan tanto Cavani como Lavezzi. En el lado de Leo Messi, donde Matuidi defenderá con la amenaza de la tercera tarjeta, o en el de la profundidad de Jordi Alba y Neymar.

Sobre todo atendiendo a las dudas acerca del concurso de David Luiz, pues todo apuntaba a que con la pareja titular de Brasil en el centro de la zaga, en el lateral derecho Blanc buscaría el emparejamiento entre otros dos paulistas. Marquinhos, clave en la victoria del PSG al Barça en fase de grupos, actuó en banda en la vuelta contra el Chelsea a muy buen nivel. Defendió con eficacia un sector atacado por Hazard y que con Thiago Silva y Verratti recibe apoyos menos poderosos que los que David Luiz y Matuidi dispensan a Maxwell en la izquierda. Rápido, ágil y perfecto para aguantarle la diagonal a Neymar, a priori la bajada de nivel en la contención con Van der Wiel será considerable. De todos modos debe apuntarse que, aunque visto el once que con más frecuencia alinea Blanc las dos posiciones más débiles del equipo son indudablemente los laterales, tanto el holandés como Maxwell acostumbran a sobrevivir sin suponerle grandes costes a su equipo. En parte por el despliegue físico de alguna de las individualidades que les rodean, en parte por una estructura táctica que tiende a protegerlos, no se cuentan demasiadas derrotas de las que culparlos. Una fue en el Camp Nou, pero aquella noche la superada fue toda la defensa y especialmente una muy desafortunada pareja central.

David Luiz y Thiago Silva no han dado la seguridad al Paris Saint Germain que por currículum se esperaría. Gran parte de los goles que reciben los parisinos, de hecho, están directamente relacionados con su proceder en el área, donde conceden más rebotes, rechaces y balones sueltos de lo que Blanc desearía. Eso sí, sin Luiz el PSG pierde a un central singular pero que en los momentos de agobio gusta de vestirse de héroe, echarse el equipo a al espalda y comandarlo. Fue la cara más visible de la victoria gala en fase de grupos y quien reenganchó a su equipo en el duelo ante el Chelsea cuando, con diez hombres y en la prórroga, parecía virtualmente eliminado. Su teórico sustituto, Marquinhos, tratará de compensar la intranquilidad de Thiago Silva, pues en frente tendrán a un delantero que de jugar a baloncesto estaría abonado al doble-doble. Pocos como Luis Suárez para intuir de qué lado caerá la pelota, zafarse en la pintura, utilizar el cuerpo y recoger el rebote. O favorecer que un compañero se lo encuentre en ventaja, y si ese compañero es Leo Messi…

Al argentino lo defenderá principalmente Blaise Matuidi -de quien ayer hablamos-, porque ahora Leo, por lo general, recibe más cerca del interior que del lateral contrario, y porque el centrocampista francés da para todo. Para tapar cerca de su mediocentro y para llegar arriba y fijar al lateral rival. Un lateral que no será Dani Alves y para el que Luis Enrique no tiene recambio claro. Su ausencia no es para nada anecdótica pues no se trata solo de un lateral. Se trata de uno que ofrece cosas distintas al resto de laterales y que desde hace ya algunos meses ha encontrado en este Barça un contexto propicio en el que pesar. En el equipo de Messi en banda, no tiene que ocuparse del carril sino de sumarse como un cuarto centrocampista a la derecha de Sergio Busquets, y ahí su capacidad para asociarse no tiene nada que envidiar a la de la mayoría de habituales en esta zona. Es, además, quien mejor se entiende combinando con Leo Messi, un valor seguro para iniciar y, si la banda está ocupada y no tiene que recorrerla, un elemento diferencial en transición defensiva tanto en el disputa meramente individual como a la hora de ganar la segunda jugada.

Sus dos sustitutos más naturales, Douglas y Montoya, salvo hecatombe parecen descartados para duelos de esta altura, y Adriano Correia, quien parecía solución, ha dejado más dudas que certezas en la izquierda durante la lesión de Jordi Alba. Una, que en este caso juega a su favor, es si es ya más lateral derecho que izquierdo en el sistema de juego actual. Otras dos alternativas serían Marc Bartra y Mascherano. El primero ya jugó contra el PSG en fase de grupos ante la ausencia de Dani Alves, aunque entonces fuera formando en una línea de tres que hoy sería extraño que se repitiera. Como lateral, cubriría una banda que atacaría un futbolista con más tendencia hacia dentro que hacia fuera, sumaría en salida en el lado de Messi y aportaría centímetros en el balón parado, tanto en ataque, donde la estrategia se ha revelado como una de las grandes armas del Barça esta temporada, como en defensa, donde el impresionante dominio culé se las verá con uno de los equipos más productivos en este tipo de acciones. Mascherano, por su parte, ahora que Mathieu se hace fuerte al lado de Piqué y Busquets recupera su lugar en la media, encontraría en la posición del sancionado Alves una puerta abierta al once: El Jefecito es un futbolista de competitividad máxima, de los que cuesta mucho no echar mano en batallas de este calibre. Con un escenario sin balón parecido al descrito para Bartra y mayor talento defensivo para cerrar su sector a la espalda de Leo Messi, su handicap sería con la pelota, donde ni iniciando (salvo en la diagonal hacia zona de Neymar), ni conectando con Lionel, ni asociándose en mediocampo, se presume como una pieza especialmente útil.

Ya es seguro que a la hora de defender a Messi, Matuidi no contará con el auxilio de Thiago Motta. Duda hasta ayer por la tarde, el brasileño es uno de los tres mediocentros de absoluta élite que tiene esta eliminatoria, y una figura vital en el funcionamiento del Paris Saint Germain. Con el hoy también ausente Verratti forman una de las parejas mediocentro-interior mejor engrasadas del continente, y pesa tanto cuando tiene el cuero como cuando es del rival. En esto último, su excelente colocación y condición de zurdo iban a suponer un factor de suma nada despreciable a la hora de defender la diagonal que traza Messi después de recibir en banda derecha. Como tampoco estará Verratti ni probablemente David Luiz, las alternativas de Blanc una vez confirmada su baja son reducidas, y salvo que una entrada de un Lucas muy justo en el once dé con Pastore en mediocampo, tienen a Rabiot y Cabaye como candidatos más claros. De características distintas a los inquilinos habituales, el descenso de nivel en el mediocentro y la presencia de Rabiot -un jugador de una técnica exquisita pero menos preparado que Verratti para ejercer de núcleo en cadenas largas de posesión- como interior, parecen una invitación muy clara a que el entrenador francés plantee el partido aceptando no discutirle la supremacía de la posesión al Barça.

Partiendo de este escenario previo, el primer tiempo del cuadro azulgrana el sábado en Sevilla abre las posibilidades del análisis. Su inesperado abrazo al juego de posición que tan dominante se mostró durante 35 minutos en el Sánchez-Pizjuán, de repetirse, podría ser muy beneficioso para los de Luis Enrique. En primer lugar porque esta temporada el equipo dirigido por el asturiano no ha encontrado una fórmula más veraz para producir peligro desde un ataque posicional, segundo porque con el colectivo ganando altura y los interiores importancia, sería más fácil atraer atenciones dentro para encontrar fuera Messi y Neymar en buena disposición para ganar sus duelos con el lateral -la pieza débil-, y finalmente porque este discurso le viene bien a Busquets y se vio el fin de semana que cuando esto ocurre el mediocentro catalán es una carta poderosísima para tener controlados los intentos de salida del adversario. No estará Alves que también fue clave en ello, pero un Busquets potenciado ante un rival que iniciando habrá perdido el pie de Verratti y Motta, probablemente el de Luiz y también el recurso del envío directo a Ibrahimovic, puede facilitarle mucho la noche a la defensa y a Ter Stegen. Y si no, siempre estará Piqué para creer.

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