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Pastore

Parecía que sí, que la épica victoria ante Mourinho que vengaba, de paso también, la eliminación del año pasado, había disparado al Paris Saint Germain de Laurent Blanc. Que las importantísimas bajas que contaba para el partido de anoche castigarían el

De ahora en adelante en Champions, el Barça solo va a enfrentar candidatos al título. Porque en semifinales todo el mundo lo es, y porque para llegar a ellas primero tendrá que eliminar a un Paris Saint Germain confirmado como

David Luiz es un tipo simpático y peculiar. Un central carismático como pocos, insensato y sin término medio. Juega a cometer tantos errores como aciertos, esperando compensar los primeros o, al menos, lograr que pesen menos que los segundos. El

Santa Fe y Córdoba son dos provincias argentinas vecinas. En la primera nació Messi y en la segunda Pastore. Los dos argentinos, no podrían ser más diferentes. A Leo ya lo conocemos, es la competitividad hecha carne, Javier, por su parte, es un pechofrío de manual. Cada uno a su manera, fueron protagonistas en la ida. El azulgrana por el gol que abrió el marcador y por ser, con su lesión, la noticia del enfrentamiento. En el otro lado de la lona Pastore, por el baile que le dio Dani Alves en el perfil diestro del ataque culé. El Barça no sacó nada de ahí gracias a Thiago Silva, pero la ventaja fue una constante.

Partido grande de Champions que tuvo de todo. La primera noticia la dio Ancelotti con la sorpresa de la entrada de Beckham. Todo el mundo se puso a imaginar sus parábolas dirigidas a las cabezas de Ibra, Thiago Silva, Alex o Matuidi. Y lo cierto es que durante la primera fase del partido fue así. Empezó mejor el PSG, bien asegurado en sus dos líneas de pase, sin girar al mediocampo y con un Thiago Silva imperial para solventar cualquier desajuste. Con Pastore y Lucas por fuera, el Barça tenía ventaja, pero como la portería está en medio y la custodiaba el mejor central del mundo, era una situación asumible. Así se explica que el Barça no masacrara desde el baile de Dani Alves a Pastore. El argentino sólo restó. 

Fue el Robinho del Paris Saint Germain. El primer movimiento de equipo poderoso. Sonaba para los clubs más grandes pero terminó en París. Era ese fichaje con el que anunciar al mundo que ellos también contaban y que iban en serio. No hay Ancelotti ni Ibrahimovic si antes no hay un Pastore, igual que no hay Touré Yaya ni Agüero si antes no hay un Robinho. Pastore no es Robinho, es peor futbolista, Ancelotti se las ha visto y deseado para encontrarle utilidad en su esquema. Finalmente lo ha hecho, en un rol secundario entre escondido y apartado en banda izquierda. Aún así, su papel puede ser fundamental ante el Barça, tanto para bien como para mal.