
Piqué y Lenglet en el alambre
Pocas veces los centrales del Barça han sufrido tanto, y de forma tan persistente, como en este arranque de temporada. La portería que defienden sólo ha quedado imbatida en dos de los nueve partidos en que se ha visto expuesta -en ambos, con participación protagonista y esencial de Marc-André ter Stegen-, y en el caso de Piqué raro es el encuentro que el central termine sin ver la cartulina amarilla. La pareja que forman Gerard y Clément Lenglet, uno de los baluartes competitivos del equipos el curso pasado, es hoy un objetivo vulnerable. Sin embargo, más allá de que, por su naturaleza física, su puesta a punto acostumbre a avanzar a paso lento y con tramos de necesaria discontinuidad hasta lograr la forma deseada, y reparando, también, en que su nivel de brillantez y eficacia no están siendo las mismas que en sus tramos más solventes como azulgranas, actualmente su fragilidad se está viendo expuesta por alguno de los conflictos de juego que encierra la construcción del Barça 2019-20. Durante el primer tiempo ante el Inter de Milán, en el regreso de la Champions al Camp Nou, dos de los más relevantes se hicieron especialmente presentes, destacándose como los condicionantes que inclinaron la balanza en favor de los de Antonio Conte a lo largo de los cuarenta y cinco minutos iniciales.
El primero de estos factores se encuentra en la reducida energía de la primera línea de presión culé para prolongar las recorridos y las persecuciones. Así las cosas, con Messi y Luis Suárez compartiendo línea de ataque, y exprimiendo el Inter las particularidades de formar con tres centrales en el nacimiento de la jugada, para el cuadro neroazzurro no resultó especialmente costoso conectar sus primeros pases con las recepciones del mediocampo. Hacia fuera buscando a los carrileros o a través del carril central en dirección a los interiores, dependiendo del escenario que se les abriera en cada momento, los visitantes hallaron caminos para salir y retar con el cuero a la segunda barrera barcelonista. En ella esperaba el segundo factor que viene acusando la transición ataque-defensa del Barça cuando los de Valverde pretenden el robo adelantado, y es que ninguno de los tres futbolistas que a día de hoy componen su mediocampo “de gala”, tienden a la cobertura. Arthur, De Jong y Sergio Busquets, cada uno desde su posición, son piezas para saltar sobre el posible receptor más que escuderos con los que guardar la espalda del compañero que sale hacia delante rompiendo la línea.
Se trata de una diferencia notable con respecto a cursos anteriores, en los que una pieza más contenida sin balón como Ivan Rakitic normalmente ejerció como una suerte de doble pivote sin balón encargado de tapar por detrás de Busquets cuando el canterano salía de su zona. De hecho, fuera de la perfección en el ataque posicional -y por lo tanto en la gestión de la pérdida- que alumbró el Barça de Guardiola, varios de los tramos de mayor rendimiento individual del mediocentro catalán han coincidido con la presencia cercana de un contrafuerte. En el Barça, antes que Rakitic fueron Dani Alves interiorizando su posición desde el lateral o Cesc Fàbregas ejerciendo con Martino un doble papel de interior con balón y segundo mediocentro en transición defensiva, y en la selección un Xabi Alonso ligeramente inclinado hacia el sector izquierdo. No obstante, ahora que en el equipo azulgrana la pizarra quiere proyectar a ambos interiores más arriba, y que la tendencia sin balón de todos los medios culés suele ser más agresiva que cautelosa, la soledad del de Badía favorece la aparición de espacios en el corazón de la medular. Sobre el papel, los dos factores descritos son aspectos que se exponen y castigan mútuamente, pues por un lado la facilidad del rival a la hora de sacar limpios los primeros pases perdería recorrido en la medida que se redujeran los espacios hacia los que éstos pudieran dirigirse, mientras que, por el otro, los riesgos posicionales que adoptan en la presión los centrocampistas del Barça quedarían enmascarados e, incluso, legitimados, si la presión de los hombres más adelantados impidieran al poseedor del balón habilitar los espacios abiertos a la espalda de la medular.
De este modo, como el Inter pudo conectar la comodidad de los primeros pasadores con los espacios de los receptores detrás del mediocampo local, la transición italiana avanzó sin demasiados impedimentos hasta la última barrera barcelonista. Situación que habitualmente viene incentivando el repliegue de la línea defensiva en pos de protegerse, esta vez recibió como respuesta una actitud extrema de Piqué y Lenglet en la anticipación, que a menudo llevó a la pareja a intentar el corte varios metros por delante de la línea divisoria con tal de ocupar la zona desnuda a la espalda del mediocampo que el Inter aspiraba a conquistar. El arriesgado ejercicio no sólo expuso con más intensidad que otras noches a los zagueros, sino que fue contestado con mucho acierto a partir de los movimientos de Alexis Sánchez y Lautaro Martínez, que cruzaron recorridos tanto en vertical como en horizontal para cortar el alambre sobre el que caminaban los centrales del Barça. En este sentido, buena parte del éxito de la primera mitad interista tuvo que ver con lo contrastados de los escenarios que vivieron Piqué y Lenglet con respecto a Godín, De Vrij y Skrinniar cerca de sus respectivas áreas. Y es que si los locales vieron orientado su partido a una disputa de alto riesgo y prácticamente sin red, los locales disfrutaron de una realidad mucho más favorecedora en virtud del planteamiento sin balón que diseñó su técnico.
La idea de Antonio Conte para defender estuvo dividida en dos partes, una concerniente a la presión en campo rival y la otra al repliegue en propia mitad. En cuanto a la primera, la estrategia interista consistió en concentrar sus esfuerzo por dentro ocupando el campo según un 2-1-2 (Imagen arriba a la izquierda) con tal de desconectar a centrales, mediocentro e interiores barcelonistas, y en permitir la salida exterior a través de los laterales. Esta concesión, que para otros había resultado contraproducente por habilitar el desarrollo culé hasta el último tercio del campo, Conte la controló gracias a la segunda parte de su plan, y es que una vez el Barça se adentraba en terreno neroazzuro el avance de Sergi Roberto y Semedo era cortado por los carrileros italianos, dibujando ante los ataques un callejón sin salida que como única opción dejaba el regreso del balón a los pies de los centrales. Alexis y Lautaro, inicialmente emparejados con Piqué y Lenglet, en campo propio se situaban a la altura de Busquets para que Barella y Sensi reforzaran a Brozovic de modo que el ataque azulgrana siempre tuviera por delante dos líneas a superar, el croata aprovechaba la compañía para decantarse a banda con el propósito de cortar las diagonales de los extremos (Imagen abajo a la izquierda), y si uno de los interiores barcelonistas intentaba conquistar la espalda de Candreva o Asamoha con un movimiento hacia la banda, el central del Inter más próximo corregía tomando cuerpo de lateral para dibujar momentáneamente una línea de cuatro atrás (Imagen abajo a la derecha). Liberando en el inicio de la acción a los laterales, y después a los centrales, Conte mantuvo controlado el carril central sin ver por ello amenazada su estabilidad defensiva desde la banda.
Esto último cambio tras la reanudación, primero con la entrada de Arturo Vidal por Busquets que acomodó al chileno en la mediapunta y abrió ligeramente la zona de recepción de Messi, y después con la presencia en banda izquierda de Dembélé. Situando dos referencias más claras para los carrileros del Inter, los dos cambios dieron aire a Semedo y a Sergi Roberto para que, principalmente el canterano, se sumara a la jugada en campo contrario. La participación de Ousmane y Vidal en ataque, además, incorporó a la ofensiva del Barça una mayor capacidad de agitación a la hora de abrir la estructura defensiva interista. Comentó tras el partido Ernesto Valverde que el chileno es un futbolista desordenado pero que, a su vez, también dificulta que los rivales se ordenen, y ciertamente, en esta ocasión, su irrupción llegando desde la segunda línea zarandeó por dentro la comodidad sin balón de los italianos. Rompiendo por delante de Luis Suárez, permitiendo que el uruguayo cayera más a la zona de Godín que a la de Skriniar, y desplazando el foco de Messi algo más hacia fuera, su entrada cambió el ritmo del juego de ataque culé. Sin embargo, tan o más importante que esto fue la reorganización que acompañó al cambio, pues con la salida de Busquets la medular blaugrana pasó a situar dos hombres en la base -Arthur y De Jong- y uno por delante -Vidal-.
La modificación, presente en ataque y que permitió que los interiores del primer tiempo se asomaran a su zona de campo favorita, se mantuvo también en fase defensiva reformulando el planteamiento sin balón del equipo. En primer lugar, porque con tres delanteros, un mediapunta y dos centrocampistas por detrás, el dibujo culé ocupó los espacios de forma más parecida a su rival, que iniciaba el juego con tres centrales, un mediocentro y dos interiores por delante (Imagen de la derecha); y en segundo lugar porque acunando a Arthur y a De Jong el primer nivel del mediocampo tapó con dos futbolistas el espacio por delante de los centrales. Como, además, en caso de que alguno de los carrileros del Inter participara abajo ahora eran Sergi Roberto o Semedo los encargados se acudir a su marca, siempre que uno de los dos mediocentros del Barça saltaba a la presión, su acompañante permanecía a su espalda para cubrirla en caso de que el cuadro neroazzurro tratara de ganarla. Frenkie y Arthur se alternaron en el trabajo que durante la primera mitad había correspondido a Piqué y Lenglet, regalando así un colchón de seguridad a los centrales que les evitara la exposición del primer acto y que éstos aprovecharon para vivir un segundo tiempo mucho más cómodo.
– Foto: JOSEP LAGO/AFP via Getty Images
Rirecbes 4 octubre, 2019
Tanto es así que si bien la primera parte el Inter tuvo cuatro ocasiones claras de gol, en la segunda mitad creo que no disparó a puerta.
Sabéis de alguna web de estadísticas de los partidos? Me gustaría ver la diferencia de km recorridos en ambas partes y el número de pases totales.