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Mil veces el mismo gol

Mil veces el mismo gol

A menudo, Ousmane Dembélé da la impresión de ser un futbolista que, por tener un abanico de opciones tan amplio, encuentra dificultades en el ejercicio de elegir una de ellas. Diestro y zurdo a la vez, veloz al espacio pero con inclinación por recibir al pie, en ocasiones hombre de banda y otras receptor interior, unas veces solista y otras pasador, ante la variedad pierde el enfoque. Paradójicamente, la prevista inactividad del galo hasta el mes de febrero, producto de su última lesión, para el Barça de Ernesto Valverde se presenta en este momento como el anuncio de una vía cortada que conduce, casi de forma inexorable, hacia un camino marcado alrededor del cual juntar las piezas del equipo. El Txingurri no podrá construir su nuevo entramado contando con las piernas de Dembélé para sentirse próximo a la portería contraria aun viéndola desde muy lejos, de modo que tendrá que reducir la distancia que lo separe de ella para notarla cerca. Si el rival organiza su presión adelantada de forma que los azulgranas no encuentren posibilidades de acelerar la transición entre líneas, más allá del canterano Ansu Fati el roster blaugrana no distingue soluciones claras en ataque para castigar la espalda de un adversario volcado.

Así las cosas, y como la presión lanzada a partir de la estructura de cuatro medios y dos delanteros que levanta delante de la defensa no permite por el momento subir la altura del bloque desde el trabajo sin balón, pocas opciones más se le adivinan al Barça 2019-20 que la formación de un conjunto capaz de ganar metros agrupado alrededor del balón. Se trata de un reto que el equipo barcelonista hoy está lejos de encarar con garantías, a pesar de contar para ello con hombres tan indicados como Ter Stegen, Sergi Roberto, Piqué, Lenglet, Jordi Alba, Busquets, Arthur, Messi, Griezmann o De Jong, por lo que es de esperar que mientras no lo consiga enfrente más de un planteamiento como el que anoche le reservó inicialmente Simeone en el Wanda Metropolitano.

Los tramos más exitosos de la etapa de El Cholo en el banquillo atlético pasarán a la historia rojiblanca por la conjunción de dos apreciadas constantes: por un lado la impenetrabilidad de su sistema defensivo, ya se mostrase éste más o menos agresivo sin la pelota, y por el otro la capacidad de encontrar soluciones simples pero efectivas a la hora de generar peligro sobre la portería contraria sin necesidad de exponerse de más en caso que la posesión cambiase de bando. El balón parado, la autosuficiencia del punta, la contra, el robo adelantado o el juego directo, como remedios para amenazar sin desabrigarse. La detección de una vulnerabilidad concreta en el adversario sobre la que centrar el ataque. De este modo obró contra el FC Barcelona en el pasado, lanzando a Raúl García o a Saúl sobre la posición de Jordi Alba para consolidar una victoria en la superioridad física de ambos sobre el lateral catalán, y en el mismo lugar pareció localizar anoche la principal ventaja de su equipo contra el equipo de Valverde. Con otro protagonista en frente, pues debido a la ausencia de Jordi Alba el lateral izquierdo del Barça lo ocupó Junior Firpo, y a través de un mecanismo distinto al de entonces, los primeros veinticinco minutos del encuentro le dieron la razón al argentino.

La receta que empleó Simeone para atacar al lateral izquierdo visitante mezcló la presencia adelantada y muy abierta de Trippier como reclamo para que Firpo saltara y abandonara la línea, agigantando la separación respecto a Lenglet para que bien las caídas de Morata o bien las llegadas de Correa se filtraran entre el lateral y el central del Barça como si de Kevin de Bruyne en el Manchester City se tratara, con los movimientos de arrastre del argentino liberando el carril para la proyección de Trippier. Fueron los dos caminos que más a menudo recorrió el Atlético para llevar el epicentro del juego más cerca del área de Ter Stegen que de la de Oblak. Y es que, gracias a la profundidad lograda desde el ataque, cuando el Barça podía hacerse con el balón, los locales lograban una situación muy favorable para presionar arriba sobre el soporte de la pareja formada por Thomas y Herrera. Proyectado, con muchos futbolistas en campo contrario, ante un rival agitado y girado hacia su portero, y el cual, muchas veces, tendía a precipitarse en el avance, el Atlético centró sus intentos de recuperación más sobre los receptores que sobre los lanzadores del pase, obteniendo la mayor parte de sus beneficios a partir del trabajo realizado sobre las recepciones de Rakitic y Junior Firpo.

Tanto es así que, antes de llegar al descanso y después de que Ter Stegen salvara al equipo, Ernesto Valverde se vio obligado a intervenir sobre su equipo para cambiar el guión del encuentro con un cambio de perfil entre De Jong y Arthur Melo de efecto prácticamente inmediato. Como novedad con respecto a otras noches, el Barça arrancó el partido con el brasileño ubicado a la derecha del mediocentro y el holandés a la izquierda, probablemente como consecuencia de un plan que proyectaba abrir de inicio más a Messi que a Griezmann y mandar a Junior más arriba que a Sergi Roberto en el inicio de la jugada. El sector de la zaga liberado para la lateralización de un interior sería el izquierdo, y puesto que Frenkie es quien más naturalmente tiende a ejecutar este tipo de acción buscaría el Txingurri empezar a construir el juego con el tulipán como sobrevenido lateral zurdo. En este sentido, el cambio de posiciones de los interiores culés reorganizó también la colocación del resto de piezas de banda, dando pie a una nueva ordenación de la que el Barça salió muy beneficiado.

En la izquierda, Junior y Griezmann se quedaron cerca de la cal concediendo el centro de mando a un Arthur crecido que restó oxigeno a la presión del Atlético y añadió pausa al desarrollo azulgrana, mientras en la orilla derecha la tendencia de De Jong a abrirse en la base de la jugada permitió a Sergi Roberto tomar cuerpo de extremo y mandar a Messi sobre la mediapunta. Abajo Arthur aguantaba el balón, y por delante Leo lo recibía entre líneas, con una referencia abierta en cada lado y Luis Suárez por delante, al tiempo que Griezmann fluía para saltar de socio en socio. El golpe de timón barcelonista, además de esquivar la presión adelantada del rival, de instalar el juego en campo contrario y de controlar gracias a ello los intentos de salida de su adversario, posibilitó la aparición de una solución de ataque en la figura de Sergi Roberto con tal de suplir la falta de mecanismos en el último tercio y la irregular interpretación de Junior en la llegada a la hora de activar el pase de Messi hacia ese sector. Abierto hacia el costado y liberado gracias a la atracción generada por Leo y De Jong en su mismo lado del campo, a través del canterano el equipo activó el pase atrás hacia la frontal como principal vía para alimentar de balones al Diez cerca de la corona. Esa que lo ha visto repetir mil veces el mismo disparo y mil veces celebrar el mismo gol.

– Foto: Miguel Ruiz – FC Barcelona 

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