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El derbi de Luka Modric y Toni Kroos

El derbi de Luka Modric y Toni Kroos

En 2008, justo antes de que Barcelona y Real Madrid se convirtieran en los dos coloso intratables que, a partir del año siguiente, tiranizaron el mercado y la competición, Getafe y Valencia disputaron la final de Copa en el Vicente Calderón. La previa presentaba el partido como un choque de estilos. Por un lado el conjunto azulón, dirigido por Michael Laudrup, que no escondía su gusto por la pelota, y por el otro un Valencia de Koeman que a pesar de su convulsa situación había encontrado en el contraataque un eficaz argumento para competir. Corriendo, pausando y finalizando con David Silva, Juan Mata, David Villa y Javier Arizmendi, los ches habían eliminado al Barça y al Atlético de Madrid de la Copa, y vencido, pocas semanas antes, al Real Madrid en Liga. El conjunto valencianista tenía muchísimos problemas cuando debía llevar la iniciativa de la posesión, pero con espacios sus hombres de ataque podían hacerle un roto a cualquiera. Ante el Getafe de Casquero, Contra, De la Red, Manu del Moral o Granero, todo apuntaba a que la final depararía un guion con los papeles bien repartidos. Pero el partido sorprendió. Fuera intencionado o fortuito, el Getafe tuvo menos el balón de lo esperado, un punto de partida aparentemente perjudicial para el Valencia al que, sin embargo, los de Koeman se adaptaron mejor que su rival. El Getafe se debilitó más sin disfrutar de la pelota que el Valencia teniendo que jugar con ella.

El derbi del sábado entre el Atlético y el Real Madrid tuvo algo del guion de aquella final. A un lado del ring, el anfitrión, un conjunto de Simeone que esta temporada ha dado un paso adelante con balón para acompañar la expresión futbolística de Joao Félix y para arropar a un Luis Suárez que, a los treinta y tres años, entiende que el acercamiento al área rival debe ser consecuencia de un proceso colectivo y no de una aventura individual. Al otro lado, un Real Madrid más cómodo cuando a su ataque se le hace el campo largo. Los de Zidane poseen la técnica para imponer su salida a la mayoría de presiones de sus rivales, la lectura de Benzema para dirigir las contras y la velocidad de sus extremos para verticalizar con metros por delante, pero, en cambio, sin Eden Hazard los escenarios de ataque posicional contra un adversario replegado se le han atragantado más. A pesar de la ascendencia de su mediocampo, en los últimos metros sólo Karim ha tenido una producción y eficacia más o menos continua. De ahí, en parte, que los blancos cuenten victorias frente a Inter, Barcelona, Sevilla o Atlético, y pinchazos ante equipos como Shakhtar Donetsk, Cadiz, Valencia o Alavés. Los merengues, por lo general, juegan más cómodos contra rivales que pretenden presionar arriba que contra los que repliegan, acumulan jugadores y reducen espacios cerca del área propia.

Bajo esta premisa, el relato que definió la mayor parte del derbi tendría que haber sonreído más a los locales que a los visitantes. Ordenado según un 1-5-3-2 estrecho en mediocampo y que juntaba piezas en el centro de la estructura defensiva, el Atlético asumía que la salida blanca tendría superioridad por fuera gracias a las posiciones abiertas de Modric y Kroos, y permitía el avance a cambio de sobrecargar la zona de influencia del delantero madridista más peligroso -Benzema- y de que la responsabilidad final de los ataques recayeran en los pies de Vinícius y Lucas Vázquez. Su renuncia, sin embargo, se evidenció mayor que los beneficios que pudiera esconder la estrategia, principalmente porque, defendiendo tan atrás, los locales no se guardaban alternativas para acercarse a la meta de Courtois. Sus hombres más profundos -Carrasco, Marcos Llorente y Trippier- partían desde muy abajo, y la presencia de Casemiro en el mediocentro del Madrid condicionaba las opciones de una salida más directa como las que en su día encontraron Cadiz o Valencia. Que los rojiblancos no pudieran salir ni en corto ni en largo le sirvió al Madrid para activar su presión en campo rival, su principal recurso desde hace meses cuando necesita espacios en los últimos metros y el rival no se los concede.

El mediapunta de Klopp es la solución con la que los de Zidane pueden abrir repliegues y generar situaciones que, en escenarios cerrados, le resulta más difícil encontrar. Tres nombres tuvieron la clave del pressing madridista: Modric, Kroos y Héctor Herrera. Los dos primeros porque con su maestría en la distribución, y espoleados por el tiempo y el espacio que les permitía su posición escorada, estructuraron una circulación del Madrid que si bien no generaba peligro con continuidad sí le permitía a su equipo ocupar armónicamente el campo y partir con ventaja a la hora de realizar la presión tras pérdida. Los madridistas movían al Atlético de lado a lado a golpe de cambio de orientación, lo giraban hacia Oblak con la profundidad de sus bandas y poco a poco iban juntando efectivos en campo rival. El mediocentro mexicano fue el atlético que más sufrió este escenario, muchas veces forzado recibir de espaldas, con un adversario apretando por detrás y sin la capacidad de protección y de giro que requería la situación. Sin salida en corto, en largo o por bandas, los de Simeone no podían más que alargar su estancia cerca de Oblak, expuestos a una recuperación blanca o a que el balón parado le permitiera al Madrid cambiar de finalizadores. El papel que en el juego recaía en los pies de Vinícius o Lucas, en la estrategia sería para las cabezas de Ramos, Casemiro o Varane.

No tuvo más remedio Simeone que modificar su plan, pasando a un 1-4-4-2 que le permitiera adelantar la presión y ensanchar su línea de medios para defender los espacios desde donde Modric y Kroos imponían su ley. A cambio de darle aire a Benzema en la punta de ataque, permitiendo que el francés participara más, el Atlético acercó su centro de gravedad a Joao Félix. Doblando la amenaza sobre la posición de Casemiro con la entrada al campo de Lemar y Correa, y aproximando al portugués al área rival para que su habilidad moviéndose en espacios reducidos y filtrando balones por dentro le abriera puertas al ataque colchonero. Una reacción interrumpida por la sustitución de Joao Felix que precedió al segundo gol del Madrid, de nuevo a balón parado. Si en la hoja de ruta madridista a veces la presión tras pérdida ha cumplido con las funciones del mediapunta generando las situaciones de gol, en esta ocasión la estrategia asumió las de los extremos acompañando a Benzema delante de la portería contraria.

– Angel Martinez/Getty Images

 

Comments:1
  • Adrián 13 diciembre, 2020

    Sin duda, la salida de Joao Felix del campo fue otro paso atrás del Atleti, más aún cuando parecía que podían empezar a hacerle más daño al Madrid gracias a Joao y Lemar que recibían con mayor libertad en zona de 3/4.

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