
Raphinha. Regate con doble filo
El fútbol de hoy vive en una contradicción interna a propósito de los extremos regateadores. Los necesita, pero desconfía de ellos. Le hacen falta si quiere desequilibrar a las defensas rivales, romper cerrojos y hacer saltar por los aires planteamientos en los que cada vez ganan más peso los duelos individuales, pero, al mismo tiempo, recela de su exposición al riesgo y a la pérdida de balón en un fútbol enormemente comprometido con el control. Regatear es exponerse a no lograr el objetivo, a que el defensor recupere el esférico y pueda iniciar el contraataque. Quizá por eso cada vez son más los equipos que, condenados a entenderse con sus regateadores, fían la convivencia a la presencia de un colchón de seguridad. De un lateral sin excesivas obligaciones ofensivas, que cede la iniciativa al extremo y que mide sus carreras en ataque para no acercar rivales de más a un compañero que prefiere la batalla hombre a hombre, pero que a cambio, por detrás del extremo, se encarga de cerrar la banda. De controlar la situación en caso de producirse la pérdida.
Sin ir más lejos, el Real Madrid se alzó con los títulos de Liga y Champions con Vinícius como protagonista indispensable de los éxitos blancos, en una banda izquierda perfectamente custodiada a la espalda del brasileño por un Ferland Mendy convertido en seguro atrás. Vinícius pudo arriesgar en el uno contra uno porque, por detrás, el lateral francés se encargaba de que el error no tuviera consecuencias. En la misma dirección ha planteado en muchos momentos su banda derecha el Manchester City con Mahrez y Kyle Walker, o el Villarreal de Unai Emery alineando a Juan Foyth por detrás de extremos encaradores como Yéremi Pino o Samu Chukwueze. Todo apunta a que también esta será la línea del Barça 2022-2023. La plantilla culer, actualmente, tiene tantas opciones en los puestos de central como dudas en los laterales, una combinación que ya ha insinuado la posibilidad de que Xavi opte por alinear en banda derecha a centrales como Araújo o el recién llegado Koundé. Futbolistas con menos proyección ofensiva que Dest o Sergi Roberto, ejerciendo de guardaespaldas del extremo de su mismo carril. Y es que, precisamente en la banda derecha azulgrana, parece clara la apuesta de la dirección deportiva por un perfil de delantero muy vinculado al desborde. Una tendencia que ya apuntaron el curso pasado Adama y Dembélé, y que tras la continuidad de Ousmane se ha confirmado este verano con el fichaje de Raphinha.
El brasileño procedente del Leeds es otro extremo encarador, de los que tras recibir el balón contemplan el uno contra uno ante su defensor como primera opción. Un especialista en el desborde dotado de velocidad, zancada, cambio de ritmo y capacidad para modificar su dirección rápidamente en carrera. Menos eléctrico que sus compatriotas Neymar, Antony o Vinícius, la capacidad de desborde de Raphinha aumenta sus probabilidades de éxito cuando tiene espacios, motivo por el cual no es extraño ver al brasileño retrasar su posición para recibir con metros por delante (Imagen abajo). Si el marcador no persigue su apoyo, Raphinha se gira, conduce y encara, mientras que si su defensor sale con él o bien lo reta desde el inicio de la acción o bien aprovecha el vacío en la zona del lateral para activar el desmarque del punta o el interior de su lado. Otro contexto en el que Raphinha encuentra espacios para batirse en el uno contra uno es ejerciendo como extremo en el lado débil del ataque. Es un futbolista al que le gusta tocar el balón, pero que sabe poner en cuarentena su deseo para esperar, disciplinado, pegado a la banda. En un Barça que puede juntar en el perfil izquierdo a Pedri con Ansu Fati, no sería descartable un escenario en el que a Raphinha le llegara el cuero con más espacios que a sus compañeros de línea, ya sea para activar su regate, su último pase o su disparo a portería.
A pesar de poder mezclar la salida por ambos perfiles, como zurdo que es el brasileño se prodiga mucho más con el regate hacia dentro, llevando la pelota sobre su pierna izquierda y alejándola del defensor para que a éste le resulta más difícil impedir su tiro, su pase buscando la pared con el delantero o su cambio de orientación hacia la orilla contraria. Y es que pese a su condición de regateador, Raphinha es un extremo con más colores en su paleta. Tiene calidad y claridad en los últimos metros tanto para la asistencia como para el disparo. Potente, seco y normalmente dirigido al palo largo del portero, su golpeo no solo le garantiza un buen número de goles en jugada, sino que le ofrecerá al Barça un nuevo valor en el balón parado. Asociativamente, Raphinha es un encarador algo atípico, pues donde sus colegas suelen tener una visión del juego más individual, él incorpora una sensibilidad para la combinación nada despreciable. De hecho es un delantero de banda con gusto por pisar zonas interiores, y no debería sorprender que en algún momento, especialmente si el equipo recurre a un dibujo 1-3-4-3, Xavi lo pueda situar dentro por detrás del punta tal y como ya hizo el técnico el curso pasado con Memphis Depay.
La capacidad del brasileño en el pase es alta gracias a su técnica de golpeo y a su visión de juego, y especialmente enfocada a mandar el cuero hacia delante. Sabe poner el centro desde los dos costados, encontrar el desmarque del delantero, la llegada desde segunda línea del interior, las diagonales del extremo izquierdo o las apariciones del lateral, acciones, todas ellas, para las que la plantilla culer le ofrecerá socios como Lewandowski, Gavi, Kessié, Ansu, Ferran o Jordi Alba. Más dificultades puede tener para no pisarse con el interior derecho, dada su preferencia por salir hacia dentro y especialmente si su compañero se enfoca en ocupar zonas próximas a la frontal del área, ya que aunque Raphinha no esquiva el desmarque sin balón su juego se relaciona mucho más con el cuero que con los espacios. De hecho, sin la pelota, la faceta donde más destaca el jugador es en defensa, pues aunque sorprenda viniendo de un extremo encarador y creativo, Raphinha ha demostrado en el Leeds de Marcelo Bielsa una gran implicación en la recuperación, tanto por lo que respecta a la presión tras pérdida como al repliegue defensivo. En un equipo muy dado a las persecuciones individuales, no ha sido para nada extraño ver a Raphinha cerrar como lateral derecho a la misma altura que la pareja de centrales whites (Imagen abajo).
Con toda seguridad es una de las cuestiones que habrán facilitado su aterrizaje en Barcelona, ya que también Xavi busca que sus delanteros se conviertan en la primera línea defensiva del equipo. Un equipo que desde el regreso del de Terrassa ha mirado decididamente hacia sus extremos, primero devolviéndoles su lugar en la pizarra y después orientando mucha veces el juego hacia ellos. Al Barça de Xavi no le resulta complicado acercarle el balón a sus delanteros de banda. Más le cuesta hacérselo llegar a sus interiores, en ocasiones más útiles facilitando que el esférico llegue a los demás que disfrutándolo ellos en las zonas que les tiene reservadas su entrenador. En los cuadrados que se forman entre las dos últimas líneas defensivas del contrario. Al respecto, y mientras la pizarra no da con soluciones para alimentarlos desde atrás, Raphinha puede convertirse en un remedio desde el costado. Recibiendo fuera, atrayendo las vigilancias de los futbolistas interiores dle rival, y soltando el esférico hacia el centro para que Pedri, Gavi, Kessié y compañía puedan recibirlo arriba, orientados hacia la portería y con menos adversarios encima. Como un punte desde la cal hasta la corona del área, que bajo la amenaza cercana, como un puñal, de su regate, esconde un arco y unas flechas para despejarle el camino a quienes están más lejos.
– Foto: Ira L. Black/Getty Images
– Mapa: sofascore.com