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Primera Champions, segundo triplete

Primera Champions, segundo triplete

Hasta ayer la historia del fútbol conocía dos equipos y trece futbolistas capaces de ganar por dos veces un triplete, pero a ningún entrenador que disfrutara de esa doble distinción. Sin embargo, anoche la vacante quedó cubierta. Pep Guardiola, catorce años después de ganar Copa, Liga y Champions al lado de Piqué, Messi, Xavi, Iniesta o Samuel Eto’o, volvió a guiar a su equipo hacia la triple corona. Bajo el cielo de Estambul, el Manchester City rubricó su condición de mejor equipo del continente con la primera Copa de Europa de su historia, en un triunfo ante el Inter de Milán más discutido de lo que se podía intuir en la previa.

Y es que a pesar de su claro papel de favorito, la primera parte del encuentro no fue skyblue, pues si bien los hombres de Guardiola tuvieron la posesión y llevaron el balón más cerca del área de Onana que la de Ederson, el conjunto dirigido por Simone Inzaghi acertó a contener la estrategia de su rival y a salir vencedor de buena parte de las batallas que hasta el entretiempo le planteó el partido. De salida, la principal novedad de los finalistas fue la disposición del mediocampo del City, que para imponerse a los neroazzurri modificó su habitual estructura en forma de cuadrado para dibujar un rombo con Rodri en el pivote y Stones más adelantado formando como interior derecho, al tiempo que De Bruyne y Gündogan se repartían la mediapunta y el interior izquierdo (Imágenes arriba). El ajuste tenía el claro objetivo de encontrar a ambos interiores detrás de una presión interista que se organizaba lanzando a Lautaro, Dzeko y Barella contra los tres centrales del City, y que por dentro emparejaba a Brozovic y a Calhanoglu con el mediocentro y el mediapunta de los ingleses (Imagen abajo a la izquierda).

Con Bernardo Silva y Grealish muy abiertos para fijar por fuera las vigilancias de Dimarco y Dumfries, la táctica de Guardiola pasaba por encontrar libres a Stones y De Bruyne en los carriles del 6 y el 8, bien como solución para generar la superioridad o bien para sacar de línea a uno de los centrales abriendo espacio al desmarque de Haaland entre líbero y carrilero. Durante el primer acto, no obstante, lo cierto es que el Manchester City apenas pudo encontrar una sola vez al noruego corriendo entre Acerbi y Dumfries (Imagen arriba a la derecha), gracias al espectacular trabajo sin balón de todo el conjunto italiano. La primera línea d presión expulsaba la salida skyblue hacia fuera, Dumfries y Dimarco se imponían por ritmo y agresividad a las recepciones al pie de Grealish y Bernardo, y tanto Darmian como Bastoni se exhibían en la exigente papeleta de salir a contener a los interiores rivales incluso más allá de la divisoria (Imágenes abajo). Los de Inzaghi defendían prácticamente siempre hacia adelante, sin que Haaland pudiera correr a la espalda de su zaga y con Brozovic mandando por delante de los centrales aprovechando la renuncia del City a su habitual doble mediapunta.

El Inter no sólo igualó la final desde la defensa, sino que también con la pelota en su poder encontró en Onana una solución para responder a la estructura de presión adelantada que le planteó Guardiola. La idea del de Santpedor cuando el equipo italiano salía desde atrás consistió en una suerte de línea de cuatro en la que Grealish y Bernardo Silva debían tapar el pase de los centrales hacia los carrileros, y en el que Haaland y De Bruyne defendían la recepción de Brozovic y su acompañante por dentro (Imagen abajo a la izquierda). En este contexto se hizo grande en la distribución el meta camerunés, valiéndose de su libertad y golpeo para encontrar en largo a las referencia alejadas. A Barella entre líneas, en el juego directo a la doble punta, o a unos Dimarco y Dumfries a los que Inzaghi alargó la correa para que estiraran el campo hacia las esquinas obligando a que Stones y Aké tuvieran que defender muy abiertos y separados de Dias y Akanji.

Primero la lesión de De Bruyne y luego la llegada del descanso le sirvió a Guardiola para ajustar el plan de su equipo. De cara a la segunda parte cambió esencialmente dos cosas. La primera es que buscó de forma más directa a Haaland, como una forma de superar la presión italiana y de llevar el balón hacia arriba más rápidamente; y la segunda es que tanto sus interiores como el mediapunta también asumieron una posición más agresiva en ataque, llegando a ver por momentos a John Stones ejercer como un improvisado segunda punta (Imagen arriba a la derecha). La intención del City era la de retrasar el bloque defensivo interista y de este modo entregar más tiempo y espacio a Akanji, Rúben Dias y Aké cuando los centrales skyblue tuvieran el balón. Si durante el primer tiempo, saliendo por fuera, la circulación del City sólo activaba al interior más próximo ya que el balón no llegaba al alejado sin que antes el Inter no se hubiera podido reorganizar, ganando el carril central los de Guardiola mantuvieron abierta la doble amenaza, obligando a que tanto Darmian como Bastoni se contuvieran más en la anticipación si no querían dejar huecos para Haaland entre Acerbi y los hombres de banda.

Si el City no se precipitó en ataque a pesar de llegar de forma más directa fue en parte gracias a la actuación de Bernardo Silva en la segunda mitad, pues el portugués, desde la banda, se mostró especialmente acertado en el control y la conducción, evitando la anticipación de Dimarco, haciendo correr detrás del balón a los rivales y dando tiempo a su equipo a organizarse alrededor del cuero. Cuando no fue así, o cuando a pesar de ser así el Inter encontró soluciones para girar la transición ataque-defensa citizen y acercarse a la meta de Ederson, hicieron valer los ingleses la puntualidad de su guardameta y de sus zagueros. De un Manchester City capaz de competir en contextos de juego diversos y más allá de la pizarra de su entrenador. De un City que en verano optó a incorporar un punto de disidencia en su mecanismo, y que la ha aprovechado para apuntalar sus cimientos colectivos con un mayor grado de iniciativa y responsabilidad individual. Con el grado necesario para no ser sólo el mejor equipo de Europa, sino también el nuevo campeón de la Champions League.

– Foto: Shaun Botterill/Getty Images

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