Vuelve el Barça de los dos trajes.
Con esta expresión Javier Polo definía desde Fiebre de Barça al Barça de la temporada 2005-06, refiriéndose a la capacidad del equipo de variar el planteamiento en función de la importancia del partido y el rival al cual se enfrentaba. Un equipo que sabia distinguir entre los partidos en que debía desplegar el famoso “Jogo Bonito” pero que cuando era necesario sabia ponerse el mono de trabajo y plantear los partidos desde la solidez defensiva y la consistencia en el centro del campo. De este modo el F.C.Barcelona conquistó la segunda Champions de su historia y al igual que sucediera en la Copa de Europa lograda por el Dream Team de Cruyff que formó con defensa de cuatro, lo hizo modificando ligeramente su apuesta por un juego ofensivo sin complejos, consciente que en competiciones con sistema de eliminatoria cualquier error es fatal y te apea de la lucha por el título.
No obstante, curiosamente el Barça de los dos trajes no nació para enfrentarse al Chelsea, al Milan o al Arsenal, sino que fue una solución planteada con motivo de la visita al campo del Villarreal. A finales de la primera vuelta, el F.C.Barcelona se encontraba en un momento dulce y poco a poco se distanciaba de sus perseguidores en la clasificación y la visita al Madrigal se presumía como, posiblemente, el partido más complicado de lo que quedaba de Liga después de golear al Madrid en el Bernabeu por cero a tres. La percepción era que si se lograba salir con un buen resultado del Madrigal la consecución de la Liga era un hecho por la autoridad mostrada por el equipo ante todos sus rivales, pero antes debían enfrentarse a un rival peligrosísimo al que solamente la mala suerte de un penalti fallado alejó de la final de la Champions, dirigido por su, por aquel entonces, máxima estrella Juan Román Riquelme. Éste era el principal peligro del Villareal, a su alrededor giraba el resto del equipo y anulándolo el Barça tenía mucho camino recorrido para lograr un resultado positivo. La solución del cuerpo técnico fue la de introducir en el once a un hombre encargado de realizar un marcaje individual al mediapunta argentino, función que recayó en el italo-brasileño Thiago Motta.
Una de las debilidades del 4-3-3 que habitualmente utiliza el Barça es que al presentar un único mediocentro éste no puede destinarse a la marca individual del mediapunta contrario ya que el equipo perdería el factor correctivo que ofrece el hombre que ocupa esta demarcación. Ante rivales claramente inferiores que solamente presentan un delantero (pudiendo presentar un 4-2-3-1 o un 4-4-1-1) la marca al mediapunta puede realizarse mediante los movimientos de todo el equipo en una defensa zonal, pero ante rivales de envergadura o ante equipos que alinean dos puntas, suele ser necesaria la entrada en el equipo de un segundo mediocentro para realizar la marca al mediapunta rival a la vez que se mantiene el factor correctivo del otro mediocentro.
Si bien el Barça de los dos trajes nació en el Madrigal, fue en Stamford Bridge dónde se mostró en su máxima expresión y ejecutó a la perfección el rol que el técnico dispuso para el choque. Ante el Chelsea en los octavos de final de la Champions League, el Barça practicó un juego menos espectacular y alegre en fase ofensiva, pero muy sólido y serio en la retaguardia. En defensa, los laterales dificílmente abandonaban su posición para sumarse al ataque, y en el caso de que uno de los dos se desdoblara en fase ofensiva, el lateral del lado opuesto siempre mantenía su posición defensiva. En la medular, el mediocentro era para Edmilson quien tenia la función de equilibrar el equipo, reducir la distancia entre líneas, dominar los balones aéreos desde la defensa blue, apoyar a los centrales y equilibrar el equipo cuando el lateral subía. A su lado, la principal novedad fue la presencia de Motta en un rol claramente defensivo destinado sobretodo a la vigilancia de las entradas desde segunda línea de Lampard. Así pues, por detrás del balón el equipo mantenía siempre a cinco o seis jugadores reduciendo, de esta manera, el riesgo en caso de perdida del esférico. El tercer hombre en la media fue Deco, figura indispensable para que el planteamiento funcionase ya que realizó la labor de unir las dos mitades, es decir, iniciar la presión lo más adelante posible cuando el equipo defendía, y buscar superioridades en el apoyo a Ronaldinho, Eto’o y Messi cuando el equipo atacaba. El resultado fue una importantísima victoria por dos a uno ante el Chelsea y el pase a la siguiente ronda puesto en bandeja para el conjunto culé.
*Aunque el ejemplo de Stamford Bridge es el más perfecto para explicar la capacidad de mutación del Barça 2005-06, sirven también los dos partidos de la eliminatoria ante el Milan o la primera mitad de la Final ante el Arsenal.
Pues bien, la pasada jornada ante el Sevilla pareció que volvía ese equipo capaz de controlar el partido desde la solidez defensiva y buscando la verticalidad en ataque, dejando el Jogo Bonito para otra ocasión (cuando el equipo recupere un ritmo competitivo muy abandonado durante la pretemporada, al enfrentarse a rivales de una calidad muy inferior) y buscando el gol en pocos toques y practicando un fútbol directo. Defensivamente el equipo fue un valladar gracias en gran parte a la solidez mostrada por el triangulo formado por Milito como central marcador, Márquez de líbero y Touré Yaya en el mediocentro, mención especial para este último, quien realizó un partido soberbio, ganando todos los balones aéreos que llegaban desde la defensa rival, guardando bien la posición, apoyando en el pressing defensivo e incrustándose entre centrales cuando el rival llegaba por las bandas. El rendimiento de los laterales, por otra parte, fue también sobresaliente en defensa y comedido en ataque ante la peligrosidad de las contras del Sevilla. No obstante, el planteamiento de Juande Ramos ayudó, ya que quitando uno de los dos puntas con que habitualmente viene jugando (aunque en este inicio de temporada, probablemente pensando en la Champions, parece decantarse por un 4-2-3-1) permitía liberar de exigencias defensivas a los interiores culés.
Mientras tanto, en ataque Messi ponía en apuros a un Dragutinovic muy cargado de partidos mientras Iniesta aprovechaba perfectamente las debilidades defensivas de Dani Alves. En este aspecto, la estrategia del F.C.Barcelona era la de dejar la defensa del lateral brasileño a Abidal y Deco (liberado de sacrificio en la marca del mediapunta rival). Iniesta, por su parte, aunque en el inicio de la jugada seguía a Alves, rápidamente, al llegar a la zona de Deco, ocupaba la posición de interior para mantener la igualdad numérica en el centro del campo ya que el portugués debía seguir a Dani Alves. Tras recuperación del balón, con Alves en fase ofensiva, Iniesta recuperaba su demarcación de extremo izquierdo para aprovechar la ausencia del lateral. No obstante, y pese a dominar por completo el partido, al equipo le faltaba presencia rematadora en el área. Esta es la consecuencia de jugar sin Eto’o. Con el camerunés, dada su velocidad, potencia física, capacidad de lucha y habilidad en el desmarque, el equipo puede practicar un juego más vertical que con un Henry todavía lejos de su mejor forma y con unas cualidades diferentes a las del delantero africano.
La solución a este problema no llegó hasta la segunda parte cuando Frank Rijkaard reubicó a Leo Messi a una posición más centrada y cercana a Henry, para así, partiendo desde la banda, crear superioridades con la pareja de centrales o desplazar a uno de los dos mediocentros. El resultado de este movimiento es esclarecedor: Messi autor de los dos goles y el argentino convertido en héroe de un partido del que el F.C.Barcelona salió muy reforzado, por el resultado, solidez defensiva, eficacia en la presión y determinación arriba, pero sobretodo porque si el Barça recupera los dos trajes estará por el buen camino para revalidar éxitos anteriores.