
La apuesta de Ronald Koeman
La Supercopa de España siempre había sido una competición entre la pretemporada y el inicio de Liga. Un torneo con carácter oficial pero de realidad y calendario todavía veraniego. A veces una primera prueba y otras un punto de partida, con apenas trascendencia directa en el futuro de los equipos que la disputaban. Una primera jornada antes de que empezara la Liga, sin puntos en juego. Era competición, pero no siempre lo parecía. Una isla. Sin embargo su paso al mes de enero, con la temporada en curso, ha cambiado su contexto. Ahora tiene lugar en una historia ya iniciada de la que hereda los capítulos, y cuyo reflejo incorpora en su propio devenir. Ningún competidor llega virgen a la Supercopa. Por eso, su potencial impacto en el desarrollo de la temporada de los equipos es superior. Es un episodio más que recibe los ecos de los anteriores, que habla sobre ellos y que puede influir en los que vengan después. No es un título previo a la temporada, sino uno que se gana o se pierde en medio del camino. Un análisis a mitad de curso.
El Barça de Ronald Koeman la disputó después de meses de muchas pruebas, y tras haber encontrado la tecla que, sobre el papel, más y mejor le permitía reconocerse. Para el 1-4-3-3 del neerlandés, el del vuelo de Frankie de Jong, de la sociedad entre Pedri y Messi, de Ousmane Dembélé abierto en banda derecha y de un punta en la izquierda más libre para viajar hacia el centro, era la oportunidad de tomar aire y salir reforzado con la validación que dan los títulos. También la amenaza de que la definitiva derrota ante el Athletic de Marcelino obrara como una frontera. De que el traspiés hiriera de muerte la confianza y la seguridad del plan. De un borrón y cuenta nueva. Como un punto y a parte en la evolución culé que señalara el comienzo de un nuevo período de pruebas buscando la receta para competir. A juzgar por los dos primeros compromisos del Barça tras perder el título, no ha sido así. Tanto el encuentro de Copa disputado en Cornellá como el regreso de la Liga en el campo del Elche se han definido, además de por la victoria, por la continuidad a propósito del plan de vuelo azulgrana. La Supercopa no ha apartado a Koeman del último camino que eligió.
Si acaso, lo utilizará para ajustarlo. Siempre con el asterisco al que obligan las ausencias de Leo Messi a la hora de hablar de la durabilidad de los retoques tácticos que tienen lugar en el Barça cuando el argentino no está sobre el campo, la visita de los blaugranas al Martínez Valero presentó una novedad en su banda izquierda. Protagonista destacada del choque ante el Athletic, tanto en una área como en la otra, en esa orilla el equipo viene demandando un comportamiento extremado de su lateral. Lo requiere como el perfil más amenazante y punzante del ataque, sin perder por ello atribuciones como lateral. Con De Jong como nuevo inquilino del interior derecho y un Lenglet que ni por perfil ni por momento de forma representa la cobertura más infalible, la imprescindible contribución del lateral izquierdo en ataque en el sistema del Barça termina siendo tan productiva arriba como lacerante abajo. Quizá por ello, para retomar la pelea liguera Koeman ajustó el comportamiento posicional de su extremo izquierdo. Cambio la colocación de Braithwaite y Griezmann con respecto al partido de Copa, pasando el danés al costado y a desenvolverse en él de forma más fija de lo habitual. El carril zurdo, en ataque, fue suyo y no de Jordi Alba. Así pues, en Elche, la contribución ofensiva de ese costado fue más bien escasa, pues ni las características de Braithwaite sobresalen jugando por fuera, ni estaba sobre el campo la zurda de Messi para disimularlo.
Estaba la de Antoine Griezmann, ubicado en el rol de falso nueve que viene reservándole Koeman al argentino, y desde el que Leo alterna alturas y combinaciones con ambos interiores. Especialmente directo es el vínculo con el interior derecho a propósito de los cambios de posiciones, con el De Jong más llegados y vertical escalando hacia el área para dejarle la zona del teórico interior derecho a los retrocesos del Diez. Antoine, no obstante, no tuvo el mismo peso que Messi a la derecha de Sergio Busquets, un hecho que en Elche provocó que esa zona del ataque en muchos momentos se encontrara vacía. Quien más la buscó fue Ousmane Dembélé, en parte porque sin interior y con Mingueza en el lateral le resultaba más costoso recibir el balón arriba por mucho que Busquets se multiplicara en ello, y en parte porque, sin Messi, pareció que el francés buscase relajar la rectitud del papel que viene desempeñando últimamente. Tocó más el esférico y en zonas a las que, normalmente, tiene el acceso restringido.
Desde ellas resultó el principal recurso culé para agitar los ataques, especialmente en aquellos tramos en que les tocó hacer frente a una defensa rival organizada. Ante el repliegue de los hombres de Almirón, que concedió la salida a los centrales del Barça y que permitió al espectador reencontrarse con la calidad de Samuel Umtiti con el esférico en los pies, a los azulgranas les faltaron soluciones. Quiso serlo Dembélé, pero recibiendo tan abajo cada desborde del francés se encontraba nuevas barreras por delante. Para los visitantes la película fue distinta cuando conseguían una recuperación que cogiese al Elche mal parado. Cuando los ilicitano se abrían intentando salir en dirección a la meta de Ter Stegen. Si lo hacían a ras de suelo, la altura general del bloque culé, el buen hacer de Araújo y Umtiti en la anticipación, y un Busquets agigantado como límite de la presión, cortaban el intento incluso antes de cruzar la divisoria. Y si los de Almirón trataban de esquivar la emboscada con un servicio aéreo, la autoridad por arriba de Araújo ante Lucas Boyé arrojaba el mismo resultado.
Además de la sentencia, el segundo tiempo le valió a Koeman para sumar minutos positivos a las piernas de dos relevos que se antojan importantes. En el portugués Trincao el técnico tiene al recambio más natural de Dembélé en banda derecha, posición que se ha convertido en fundamental para un sistema que acomoda a Messi en el centro pero abriéndole el máximo espacio posible desde el carril diestro. Por su parte, Riqui Puig se presenta como la carta más similar a Pedri a la hora de ejercer las funciones del interior izquierdo del 1-4-3-3. Una pieza que ejerce como centrocampista y que, como tal, dialoga con Busquets, que a su vez es el principal aliado de Leo Messi para descargar al 10 del peso del entrelíneas, y al que además se le piden escapadas hacia la banda izquierda cuando ni el extremo ni el lateral la hacen suya. Dos teclas maestras del sistema en el que Koeman ha seguido confiando, sin importarle las heridas que le causó la Supercopa. Aparentemente, esta vez, Ronald ha elegido darle los cuidados del tiempo.
– Foto: JOSE JORDAN/AFP via Getty Images
Antonio VL 25 enero, 2021
Me parece acertado que koeman siga con el esquema táctico que comentas si tiene tan claro que esa es la idea de juego que quiere pese a caer en la supercopa ya que el entrenador no debe cambiar por un mal resultado, se necesita continuidad, para asentar automatismos e ir mejorando.
Gran momento de De Jong y Araujo imprescindibles ahora mismo en este Barça.
Lo que comentas del comportamiento del LI del Barça, es muy complicado ser la principal arma ofensiva y a la vez llevar las tareas defensivas propias del lateral, no se puede abarcar tanto, al final esto puede ser contraproducente. No puede estar permanentemente rompiendo a la espalda de la defensa y cerrando su propia espalda para que no aprovechen ese agujero a la contra.
Iniesta10 26 enero, 2021
Yo también estoy de acuerdo con Antonio VL. Koeman debe mantener el 4-3-3, que está dando buenos resultados, aunque, lógicamente, el equipo se resiente cuando no está Messi.
De todas formas, a mi me parece que el Barça tiene un equipazo ahora que Dembelé y de Jong se están sumando a la fiesta, y solo las lesiones hacen que el equipo sea peor. Creo que un centro del campo consolidado con Pedri-Bussi-deJong, solo con que el Barça dispusiera de Anssu Fati, la delantera sería muy buena con Anssu-Messi-Dembelé, y solo la fragilidad defensiva puede lastrar el proyecto.
A la larga, me gustaría mucho el ascenso de Jandro Orellana al primer equipo, y también de Alex Collado y Konrad de la Fuente, creo que junto a Ilaix, son los que llevan el Barça B. El futuro está en la cantera.