
El Gündogan que más necesita el Barça
Durante la década que lleva lejos del Camp Nou, Pep Guardiola no ha dejado de evolucionar como técnico. Teniéndose que adaptar a las características de los jugadores que ha tenido en cada momento entre sus manos para potenciarlos, y respondiendo a un fútbol que año a año ha buscado nuevos recursos para vencerle, su libreto ha sido un organismo vivo capaz de mutar, incluso, a lo largo de una misma temporada. Uno de los cambios más llamativos, por su simbolismo, es el que atañe al perfil de sus interiores. El mismo Guardiola que esposó su fútbol a nombres como Xavi Hernández, Toni Kroos o Thiago Alcántara, esto es, interiores muy relacionados con el espacio y las labores del mediocentro, de un tiempo a esta parte viene prefiriendo para estas posiciones a perfiles más ofensivos y verticales, emparentados por virtudes y pasado con la mediapunta o la delantera. Ya en su última temporada en Múnich echó mano de su amplio abanico de extremos para enfocar hacia el carril central su desborde, amenaza y capacidad de maniobra en espacios reducidos, mientras que en Manchester sus interiores más habituales han sido hombres como David Silva, De Bruyne, Foden, Bernardo Silva o una versión de Gündogan especialmente vinculada al área.
Pep Guardiola, el entrenador del control y del dominio del mediocampo, ha podido combinar ese talante ofensivo de sus interiores con el gobierno de la zona media gracias a recursos como la incursión de alguno de los zagueros en la medular, pero sobre todo debido a que ha contado en las posiciones de interior con futbolistas capaces de aunar el ímpetu atacante con la pausa. David Silva fue fundamental para ello en su primer City campeón, el de los largos recorridos verticales de Kevin de Bruyne desde la base de la jugada hasta la frontal del área, y posteriormente fueron Bernardo Silva y Gündogan quienes cogieron el testigo del canario realizando esta función. No en vano, y pese a ser uno de los primeros fichajes que realizó Pep tras su aterrizaje en Manchester, los años más trascendentes de Gündogan en el Etihad han llegado primero tras el adiós de Silva y después tras un curso en el que Bernardo ha sido utilizado con más frecuencia en la banda.
Ciertamente, a las ordenes de Guardiola el alemán ha desempeñado dos papeles diferentes dependiendo de en qué altura del mediocampo lo ha utilizado el entrenador. A veces cerca del mediocentro, casi como un segundo pivote, siendo un refuerzo para Rodri o Fernandinho a la hora de comandar la salida de balón, de surtir de balones a la mediapunta o de repartirse los espacios defensivos cuando el equipo perdía la posesión. Un rol normalmente acompañado por la presencia más centrada de uno de los extremos, combinada con la proyección por la banda del lateral para conservar la estructura 1-3-2-2-3 que tanto ha empleado en ataque el técnico catalán durante los últimos años. Un Gündogan iniciador, lanzados y gestor de la jugada, más parecido al que llamó a la puerta de la élite con los colores del Borussia Dortmund y que, bajo la batuta de Jürgen Klopp, formaba junto a Sebastian Kehl o Sven Bender por detrás de Mario Götze. El Ilkay Gündogan más importante en el Manchester City, sin embargo, se ha visto cuando ha jugado cerca de la frontal, recibiendo entre líneas, girándose, conectándose con sus compañeros por dentro y enfocando hacia la asistencia o el remate su exquisita técnica en el golpeo. Inventando soluciones en la corona o el interior del área, midiendo los tiempos de la llegada desde atrás, y manteniendo el control del cuero entre líneas el tiempo necesario para desordenar al rival y ordenar a sus compañeros.
Del mismo modo que lo ha sido para el City, también esta versión más próxima al área está llamada a ser la más favorecedora para su nuevo equipo, el Barça de Xavi, pues varios de los campos de mejora que más claramente señaló el juego del último campeón de Liga están directamente vinculados al fútbol que puede ofrecer Gündogan en tres cuartos de campo. Para empezar, lo más prosaico: en este siglo el Barça nunca ha ganado la Liga marcando menos goles que la temporada pasada. Un Barça de muchos 1-0, que hizo valer con su defensa un potencial goleador en el que solo Lewandowski alcanzó los dobles dígitos. Gündogan es un centrocampista con gol, que en sus últimos tres cursos en la Premier ha participado en 16, 11 y 13 de ellos contando tantos y asistencias. Quien apareciera en la élite del fútbol europeo aclarando salidas desde atrás, iniciando circulaciones desde el círculo central y llevando el esférico hacia la zona de tres cuartos, en los últimos años se ha destapado como un futbolista especialmente preciso midiendo los tiempos y los espacios de la llegada desde la segunda línea, con claridad ante el portero y un abanico de recursos en el golpeo imaginativo y nada lineal que lo convierten en un finalizador muy versátil.
Además del gol, Gündogan es un interior que asomado al balcón del área también destaca en el último pase, tarea en la que reluce su técnica para el golpeo, su gran manejo de las dos piernas, su visión de juego y su creatividad a la hora de encontrar o generar pasillos que conduzcan hacia el compañero. Esos que sin Pedri tanto extraña el Barça, y que tras la lesión de Dembélé limitaron mucho a los culers a la hora de surtir de balones a Robert Lewandowski. Con Gündogan sobre el campo, los de Xavi deben sentir menos una eventual ausencia de Pedri o la (a estas horas) más que posible salida de Ousmane Dembélé. La parte más sugerente del fichaje, no obstante, no es la que le permita al Barça contar con un futbolista capaz de asumir las tareas de Pedri cuando el canario no pueda estar, sino aquella en la que ambos coincidan sobre el campo.
A falta de que se cierre el mercado, se trata de los dos integrantes de la plantilla más capacitados para recibir entre líneas, proteger el balón a la espalda del mediocampo rival y pausar el juego, para darle continuidad desde un espacio clave en el desarrollo ofensivo de una propuesta basada en el juego de posición. Para asegurar que el Barça 2023-24 siempre tenga la opción de introducir el esférico entre las líneas defensivas del rival sabiendo que su receptor podrá domarlo. Parar el tiempo en las zonas del campo donde no lo hay, combinar por dentro para abrir espacios a los de fuera, girar y retrasar al mediocampo contrario permitiendo que los compañeros conquisten posiciones favorecedoras tanto a la hora de participar en ataque como de activarse en la presión tras pérdida, o incluso permitiendo un mejor control de las ventajas en el marcador ofreciéndose como receptor del pase y protector de la posesión.
Ocurre que, para que todo esto pueda darse, el juego del FC Barcelona deberá adquirir un compromiso con su nueva incorporación: tiene que ser capaz de hacerle llegar el balón a tres cuartos de campo. Para que Gündogan pueda recibir el pase, otros tendrán que darlo. Que el Barça pueda instalar a Ilkay en la frontal dependerá de que De Jong, Oriol Romeu, Christensen, Koundé si este curso el francés frecuenta más el centro de la zaga, o incluso Pedri mezclando alturas como en su día hiciera al servicio de Leo Messi, no necesiten que el alemán participe con continuidad en zonas más retrasadas. Y es que si el equipo no es autónomo haciendo progresar el cuero, demandará la técnica y lectura de Gündogan cerca de la base de la jugada. Administrando la salida, esquivando presiones, ejerciendo de apoyo para De Jong y siendo él quien entregue el cuero a sus compañeros más adelantados. Un Gündogan que, a pesar de sus diferencias, sustituya a Sergio Busquets en un Barça más parecido al de la temporada pasada, aunque eso signifique renunciar al Gündogan que más importante ha sido para el Manchester City. El Gündogan que maneja el tiempo del partido entre el mediocampo y la defensiva rival. El que tiene el juego interior y la pausa entre líneas que puede hacer crecer al equipo de Xavi. El Gündogan que más necesita el Barça.
– Foto: LLUIS GENE / AFP