
Gündogan en el inicio
Desde el comienzo, la llegada y posterior encaje en el equipo de Ilkay Gündogan estaba llamada a vincularse al desempeño de otras piezas. Su mejor posición, desde la que mejor rendimiento ofreció en Manchester y en la que más lo habría necesitado el Barça de la temporada anterior era cerca de la frontal del área contraria, recibiendo a la espalda del mediocampo rival para atacar a la defensa o para ordenar la jugada en los últimos metros. Para que el Gündogan mediapunta fuera posible, sin embargo, había una condición previa: si él tenía que ser receptor del pase desde una posición adelantada, otros debían ser capaces de hacerle llegar el balón desde una altura inferior. Del Barça en el que aterrizó Ilkay al que fue apenas unas semanas después cambiaron varias cosas. La frontal del área que unos meses antes lo había extrañado pasó a contar, también, con otras soluciones como Joao Félix, Lamine o incluso Joao Cancelo, al tiempo que la base de la jugada (la base del cuadrado) sufrió la pérdida de calidad pasadora consecuencia del relevo entre Busquets y Romeu, especialmente tras la lesión de Frenkie de Jong.
El nuevo mediocentro culé, llamado a apuntalar sin balón los momentos de sufrimiento o a hacer valer marcadores a favor, no ha logrado de momento dar ventajas desde el manejo del cuero con la regularidad necesaria. Si el inicio de temporada del Barça ya había visto a Gavi retrasar su posición en el campo para influir en la base de la jugada y erigirse en uno de los futbolistas más en forma del equipo, ayer fue Ilkay Gündogan quien abandonó su habitual presencia en tres cuartos de campo para formar como mediocentro único ante el Sevilla. Fue una de las pocas veces que Xavi ha optado de inicio por romper el cuadrado de su mediocampo, pues ya sea jugando con tres delanteros o con cuadro centrocampistas, hasta ahora la tónica habitual del de Terrassa había sido mantener una estructura que juntara a dos hombres en la primera altura de la línea de medios y otros dos por delante, dejando los carriles al extremo derecho y al lateral izquierdo. La victoria ante el conjunto hispalense siguió otro camino. El Barça dibujó de partida un 1-4-3-3 más nítido, con Joao Félix más presente en banda, y con Gavi y Raphinha formando como interiores por delante de Gündogan.
Ciertamente el brasileño, reorientado hacia el carril central, tuvo una altura y un comportamiento futbolístico más profundo que Gavi, pero también el canterano se movió con insistencia a la espalda de los mediocentros visitantes. Este Gavi más adelantado, yendo y viniendo de la base de la jugada a la zona de la mediapunta, era parte del plan. Reconocería más tarde Xavi que la apuesta en el medio del campo venía motivada por el hecho de que, en primera línea, el Sevilla presionaba con sólo dos futbolistas, y que tenía el objetivo de hacer valer la superioridad técnica y numérica de Koundé, Christensen y Gündogan para hacer llegar el esférico a los compañeros más adelantados. En especial al carril izquierdo, sector hacia el que dirigieron buena parte de sus servicios los dos centrales.
En el caso de Christensen, avanzando en conducción, atrayendo a uno de los pivotes y aprovechando que la presencia de Gavi en tres cuartos de campo cerraba la posición de Juanlu para entregarle el cuero a Joao Félix. Koundé, por su parte, encontró al portugués con servicios más largos, apoyándose también en cómo Gavi se llevaba hacia dentro a los defensores de banda para buscar un cambio de orientación que esta vez no se dirigiría hacia Balde si no hacia el extremo. Con el delantero jugando por fuera, el lateral pasó más tiempo por detrás del balón en fases tempranas de la jugada, avanzando en relación al cuero en lugar de esperarlo arriba desde el inicio. Utilizando a Joao Félix en banda, a Balde por detrás y a Gavi en tres cuartos de campo, el Barça mantuvo el mismo número de efectivos por detrás del balón (cuatro defensas y un medio, en lugar de tres defensas y dos medios) pero redujo la distancia entre las teóricas posiciones de ataque y de defensa, naturalizando y facilitando los retornos.
Algo más le costó activarse al sector derecho, debido a que al triángulo Cancelo-Raphinha-Lamine le costó armonizar. El brasileño, jugando por dentro, conservó comportamientos de extremo, saliendo siempre hacia su izquierda y orientando sus desmarques y golpeos hacia la vertical, pero a menudo olvidando a sus compañeros de carril y contribuyendo a estrechar el campo. El canterano arrancó el encuentro particularmente impreciso en los controles y poco asistido por unos compañeros de banda con más vocación por finalizar las jugadas que por alargarlas. La suerte de Lamine cambió con la entrada de Fermín al campo, protagonista del segundo tiempo como centrocampista más adelantado del equipo. El canterano, desde el interior derecho, sobresalió en los primeros toques, se giró con suma facilidad a la espalda de la medular sevillista, le aclaró el escenario a los delanteros y le devolvió al Barça el ritmo en la presión al que a veces debe renunciar por disfrutar de la mejor versión de Gavi jugando más atrás. Ejerció como un Gavi mediapunta sin que Xavi tuviera que renunciar al Gavi interior.
– Foto: PAU BARRENA/AFP via Getty Images