
Gavi en poco tiempo
A Pablo Martín Páez Gavira, Gavi, le han pasado muchas cosas en poco tiempo. Poco tiempo son dos temporadas, las mismas que llevaron al canterano prácticamente del juvenil a establecerse en el primer equipo, ganar el Golden Boy, jugar como titular un Mundial y ser parte troncal del primer título de Liga del Barça en cuatro años. Siendo, no sólo un futbolista fijo en los planes de Xavi Hernández, sino también uno de los que con más fuerza marcó las características de juego y el carácter competitivo del campeón. Un campeón que lo fue gracias a su capacidad para pelear cada punto, para suplir con intensidad y determinación lo que quizá le faltaba de fútbol, y que a falta de más y mejores recursos cerca del área para desequilibrar a las defensas rivales encontró en la presión adelantada y la recuperación tras pérdida a su mejor mediapunta. Un campeón que se expresaba igual que Gavi sobre el campo.
Poco tiempo también son tres meses, los que van desde aquel Barça que levantó el título liguero con más hambre que calidad, al actual que ahora cuenta con Joao Cancelo, Ilkay Gündogan, Lamine Yamal y Joao Félix para enriquecer su fútbol en campo rival. Un Barça más talentoso, que no necesita ganar siempre a golpe de riñón sino que también puede hacerlo a golpe de inspiración. Uno que vuelve a jugar con tres delanteros aunque no por ello rompa el cuadrado (o el pentágono), y en el que con nuevas opciones para poblar la frontal del área Gavi ha encontrado su lugar más cerca de la base de la jugada. Jugando la mayoría de minutos mirando hacia la portería contraría en lugar de dándole la espalda, y con la implicación y participación en la creación del juego que ya se le conocía en las categorías inferiores y jugando con la selección. Aprovechando que su ímpetu ya no es tan necesario arriba a la hora de agrietar barreras que ahora sucumben ante la calidad de las nuevas incorporaciones culers, para dar lustre a su habilidad para jugar y hacer jugar con la pelota en los pies. Un Gavi igualmente importante, de nuevo casi imprescindible, pero en una versión muy distinta a la que se había acostumbrado el Camp Nou.
Poco tiempo son los cincuenta y cuatro minutos que disputó el sábado Gavi ante el Celta, entrando al campo en sustitución de Frenkie de Jong con el Barça por detrás en el marcador y claramente superado por el planteamiento de Rafa Benítez. La idea del cuadro vigués fue clara tanto en ataque como en defensa. Sin balón se organizaría en un bloque, a veces bajo, a veces medio, y un dibujo 1-5-3-2 que le permitía acumular muchos efectivos por dentro. Tres centrales, un mediocentro, dos interiores y dos puntas para constreñir los espacios en el carril central, de modo que el Barça no pudiera construir asociaciones lo suficientemente claras ni veloces para desajustar la muralla celtista, ni encontrara regates, pases o desmarques que pudieran romper las líneas del cuadro visitante. A cambio de concederle al Barça las bandas, donde sin Balde ni Lamine a los azulgranas les faltó desborde en las botas de Marcos Alonso y Ferran Torres, Benítez ganaba el centro del tablero dejándole el esférico a Oriol Romeu pero impidiendo que el mediocentro se lo entregara a compañeros más peligrosos en zonas dañinas. Con balón, el plan de salida vigués estaba igualmente claro, emparejando en igualdad a Iago Aspas y Larsen con Christensen y Koundé, y atacando la espalda de los laterales culers con las llegadas de Bamba y Luca de la Torre sin que el mediocampo llegara a corregirlo.
Sobre el papel, poco tiempo eran siete minutos, pero al Barça le bastaron para darle la vuelta a un 0-2. Con Gavi llevando la batuta de un mediocampo que veía como, poco a poco, Cancelo y Gündogan se convertían en delanteros, y que paradójicamente recibió el apoyo desde el banquillo de un Raphinha que con Lamine, Lewandowski y Joao Félix sobre el campo enfocó su juego por dentro y más cerca de la medular de lo que acostumbra, aportando a la sala de máquinas del Barça la capacidad de romper líneas. La remontada azulgrana llegó por su pegada en área rival, por el cansancio de un Celta que desajustó sus retornos y coberturas, y porque Gavi logró juntar al Barça de la temporada pasada con el Barça de la actual. El Barça que siempre cree, que no baja el pistón y que pelea cada partido con la misma intensidad con la que pelea cada centímetro del campo, con el Barça que posee talento y calidad arriba para desequilibrar e inventar jugadas sin apenas espacios. El que ya tenía a Ter Stegen, Araújo o Lewandowski, y que ahora también tiene a Joao Félix o a Cancelo. El Barça que tenía a un Gavi y ahora tiene a otro. Igual de trascendente pero distinto. A Gavi le han pasado muchas cosas en poco tiempo, pero al tiempo, por poco que sea, también le pasan muchas cosas cuando Gavi anda cerca.
– Foto: PAU BARRENA/AFP via Getty Images