
Koundé después de Busquets
Jules Koundé ha empezado su segunda temporada en el Barça con una plaza fija en el centro de la zaga, y siendo el integrante más destacado de la defensa en el arranque liguero. Anoche seguramente fue el mejor de los azulgranas en su visita a El Sadar, defendiendo el área junto a Christensen del insistente bombardeo local, haciendo la cobertura a Sergi Roberto ante las dificultades del lateral, y erigiéndose en el futbolista del Barça con más intención dirigiendo los primeros pases. A la hora de jugar la pelota, la base del mediocampo culer esta temporada ha visto modificada su configuración con la salida de Sergio Busquets. En primer lugar, la consecuencia más evidente del adiós del de Badia ha sido el trasvase de galones hacia quien hasta el año pasado fue su acompañante: Frenkie de Jong. Se trata de un proceso que ya se había iniciado meses atrás, pero que se ha confirmado durante las primeras semanas de Liga con el ascenso del neerlandés en la escala de jerarquías del equipo. El mediocampo del Barça es el mediocampo de De Jong, un futbolista que, al contrario que Busquets, se expresa más y mejor desde la conducción que desde el pase, por bien que desde la pasada primavera su crecimiento en lo segundo resulte claro.
El segundo cambio en la primera altura de la medular barcelonista ha sido la incorporación de Oriol Romeu y su consiguiente presencia en el once. La de Oriol es una pieza muy coherente con la idea de transferir los poderes del mediocampo del Barça a De Jong, pues el de Ulldecona no sólo no reclama un gran protagonismo a la hora de dirigir las operaciones desde el círculo central, sino que además representa la compañía de un elemento más posicional para un Frenkie más dado a la movilidad. Romeu custodia el mediocentro cuando su socio lo abandona, se asoma con peligro al balcón del área amenazando con el disparo cuando el contexto se lo permite, y suma un despliegue en la transición defensiva corriendo hacia atrás o hacia los lados superior a la de su predecesor. A cambio, su capacidad a la hora de generar ventajas desde el pase y de filtrar balones entre líneas es inferior.
Es uno de los motivos que está subrayando la dificultad del equipo de Xavi para generar una circulación lo suficientemente veloz y precisa en el carril central, y que está exigiendo a ambos centrales un mayor peso a la hora de introducir el esférico en la zona de la mediapunta para que éste llegue a los pies de Gavi o Gündogan. Es ilustrativo, en este sentido, que ante el conjunto de Arrasate el jugador que más balones le entregó a Gavi no fuera otro centrocampista sino Christensen, mientras que Koundé fue el que más veces encontró a Gündogan en el perfil derecho. Tampoco ayudó a la capacidad de construir ventajas desde el pase en el carril central la escasa movilidad horizontal de Lewandowski, más enfocado en fijar a los centrales o en acercarse en el apoyo que en amenazar la espalda del zaguero de Osasuna que abandonaba la línea para encimar la recepción de uno de los interiores del Barça. Gracias a la superioridad numérica del doble pivote y a las conducciones de De Jong los de Xavi pudieron esquivar los momentos de presión osasunista con cierta suficiencia, pero ante el repliegue de los de Arrasate la operación se tornó bastante más compleja.
A ello contribuyó también las pocas ventajas que los visitantes pudieron entregar a sus jugadores de banda, pues mientras en la izquierda Alejandro Balde ocupó una posición más o menos fija de extremo que le impidió sorprender llegando en carrera y que incluso le dificultó cerrar su banda cuando la posesión pasaba a manos del rival, en la derecha Lamine Yamal apenas disfrutó de situaciones de uno contra uno ante su par. Había diseñado el conjunto rojillo una doble vigilancia sobre el extremo derecho del Barça, de manera que Juan Cruz siempre tuviera cerca la ayuda de Arnaiz, una solución que contuvo al canterano ante la falta de desmarques de Sergi Roberto buscando llevarse a uno de los dos rojillos. Fue algo que cambió en el segundo tiempo con la entrada de Joao Cancelo, que formó pareja en banda con Ferran Torres, y a quien se vio alternar las subidas por fuera con movimientos hacia el interior para sumar calidad e intención a los pases desde el mediocampo. Al mismo propósito se alió, de nuevo, la perdida de altura de Gavi en el campo, que había arrancado el encuentro como falso extremo izquierdo y que lo terminó ejerciendo de interior cerca de De Jong.
Como el buen partido de Koundé o el impacto de Cancelo, el segundo tiempo de Gavi señaló en dirección a la capacidad pasadora del Barça desde la base de la jugada. También al nuevo escenario defensivo que en el arranque liguero los rivales le están planteando a los culers. Uno de los valores más trascendentales del canterano para que el equipo de Xavi se alzara con la pasada Liga fue su aportación en la presión y la recuperación del balón cerca del área contraria. Una de las señas de identidad de su fútbol que se convirtió también, por contagio, en una de las señas de identidad del campeón. Sin embargo, a excepción del Villarreal, los primeros rivales a los que se ha enfrentado el Barça en Liga han apostado por estrategias de salida mucho más directas, buscando en largo a los delanteros para evitar exponerse a una pérdida comprometida en campo propio. Como antes Getafe o Cádiz, Osasuna construyó a partir de envíos hacia campo rival y de la disputa de la segunda jugada, suerte en la que se mostró muy superior al Barça hasta que Gavi se acercó a esa batalla. Cuando, con balón y sin balón, Xavi lo acercó más al círculo central que al área.
– Foto: ANDER GILLENEA/AFP via Getty Images
vi23 5 septiembre, 2023
Gavi va a acabar siendo una navaja suiza