
Cambió más el Barça que el Getafe
Teniendo que sentar las bases de su nuevo proyecto, Ronald Koeman había optado por dar continuidad a un mismo once en las tres primeras jornadas de Liga. Un equipo que a excepción del obligado remplazo puntual de Araújo por Lenglet, empezara a caminar de manera conjunta, incorporando a base de minutos las nuevas ideas del entrenador y acostumbrándose a ellas de forma conjunta. Once jugadores ejerciendo de cimientos sobre los que, más adelante, ir añadiendo e involucrando al resto de piezas. La pausa en la competición debido a los compromisos de selecciones, y el anuncio de varias semanas seguidas compaginando el campeonato doméstico con el regreso de la Champions League, sin embargo, marcaron el pasado sábado el fin de esta primera etapa. Para visitar Getafe, el técnico del Barça introdujo novedades en el equipo y probó con diferentes variantes tanto de carácter posicional como de índole individual.
En cuanto a las primeras, la novedad residió en el reparto zonal que ejecutaron inicialmente Leo Messi y Griezmann. Hasta la fecha el argentino había cumplido con el rol de atacante central, al tiempo que el francés se había encargado de transitar la banda derecha del equipo tanto en ataque como en defensa. El Coliseum, no obstante, los vio saltar al césped con las funciones intercambiadas. No sólo zonalmente, pues el Barça empezó el partido con Antoine en el centro y Messi en la derecha, sino también en comportamiento, ya que al menos en los primeros compases el 10 asumió una presencia escorada mayor de lo que acostumbra, mientras Griezmann se movía por dentro con más libertad y menos sujeto entre centrales (Imagen de la derecha). Habitualmente, el matiz de “falso” en el ataque culé no tiene tanto que ver con la demarcación como con el hombre que la ocupa, siendo Messi su destinatario de tal modo que el apelativo oscila entre el nueve y el extremo dependiendo de la ubicación de Leo. En esta ocasión -se insiste que de partida- el falso siguió siendo el nueve y el verdadero el extremo, a pesar de la decisión del técnico de intercambiar a sus ocupantes.
De todas formas, como se podía imaginar, la tónica general fue que también el extremo derecho culé cumpliera con sus funciones de una forma poco fija y canónica, acudiendo a las parcelas “falsas” a las que invita su apellido y apuntando obligaciones distintas a las vistas en el inicio de curso del Barça con respecto al carril. El ataque barcelonista, pues, tendió a no encontrar más referencia en banda derecha que la de su lateral, al tiempo que en defensa tuvo que buscar alternativas para contener por delante de Sergi Roberto. En este sentido, además del habitual relevo entre Messi y Griezmann que ya en determinados tramos de la temporada pasada llevaba al francés a atacar por el centro pero a defender en la orilla derecha, el Barça puso en práctica una segunda solución: la lateralización del mediocentro del perfil diestro para tapar el costado, combinada con el descenso por dentro del mediapunta para cubrir su lugar en el centro. Una maniobra que, principalmente en fase de repliegue, dibujó la segunda línea de cuatro azulgrana con Busquets y Dembélé en las bandas y con Pedri y De Jong por dentro.
Por lo que respecta a las pruebas y novedades de carácter individual planteadas por Koeman, la más trascendente resultó la total renovación de la banda izquierda del equipo. A propósito de esta cuestión, la presencia de Sergiño Dest a pierna cambiada subrayó la disparidad de perfiles entre Dembélé y Ansu Fati, siendo el canterano (Imagen arriba a la izquierda) un delantero más paciente en la amplitud y más agresivo en el desmarque al espacio que el francés (Imagen arriba a la derecha). Siendo el Getafe un conjunto con una apuesta muy marcada por la presión, inclinado a defender adelantando sus líneas y a constreñir el espacio en el carril central, la ausencia de referencias abiertas en el ataque del Barça y la escasa capacidad para intimidar la espalda de la zaga azulona llevó el duelo a una batalla librada, casi enteramente, en el pasillo central del campo. En él aguardaba la tercera novedad individual de Koeman: la presencia de Pedri en la mediapunta que, hasta el sábado, le había pertenecido a Coutinho. Pese a tratarse de su primera titularidad en Primera División, la del canario fue, seguramente, la actuación más positiva de la noche por parte visitante, demostrando una enorme facilidad para moverse y recibir por delante del balón, y dando continuidad y agilidad a la jugada desde el espacio abierto a la espalda de los mediocentros de Bordalás (Imagen abajo a la izquierda). Pedri se valió de las soluciones que el Barça encontró a la hora de superar las primeras líneas de presión del Getafe, para recibir entre líneas y situado entre unos Maksimovic y Arambarri reclamados por el escalón más bajo del mediocampo del Barça.
El primer tiempo del canario, de hecho, a su manera protagonizó un duelo de lo más particular con el de Dembélé, en el que Pedri representó la resistencia al escenario de interrupciones pretendido por el cuadro local, y para el que el francés resultó ser un imprevisto aliado. Con mucho protagonismo en el juego -durante el primer tiempo Ousmane fue el atacante del Barça que más veces tocó el balón- sus imprecisiones técnicas en espacios reducidos y su obtusa toma de decisiones en escenarios de partido más abierto dificultó que su equipo lograra continuidad en su juego de ataque. El delantero culé con más iniciativa fue también el que peor la interpretó. Este duelo indirecto en el ataque azulgrana entre Pedri y Dembélé duró lo que tardó Koeman en mover el banquillo tras el gol del Getafe. Con un doble cambio regresó a la fórmula que ha venido usando en el inicio de competición, dando entrada a Coutinho en la mediapunta, a Ansu en la banda izquierda y volviendo a permutar las posiciones de Messi y Griezmann.
Más inesperada resultó su segunda doble sustitución, no tanto por la entrada de Trincao en el lugar de Antoine como por el empleo de un nuevo delantero a cambio de jugar con un centrocampista menos. Quedando Busquets haciendo las veces de hombre ancla y con Coutinho y Messi como una suerte de doble mediapunta por detrás de Trincao, Braithwaite y Ansu Fati, a Ronald no le funcionó la idea de vaciar la medular, teniendo que recurrir más tarde a Riqui Puig para vestirla. El neerlandés prefirió la carta del canterano por delante de la opción de cerrar a los laterales cerca del mediocentro aprovechando la presencia de dos extremos abiertos y la soledad del cinco, de manera que el Barça finalizó el partido con sólo tres zagueros. Para esta prueba, si es que llega, habrá que esperar a otra ocasión.
– Foto: Angel Martinez/Getty Images