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Análisis táctico

La trayectoria de Manuel Pellegrini merece más. Por parte de todos. Son ya muchos años encadenando proyectos tremendamente estimulantes y enormemente ricos. River, Villarreal, Real Madrid y ahora Málaga. El que se considera su mayor fracaso fue una temporada de 96 puntos. Sin duda su obra magna estuvo en Castellón, y aunque los dos Villarreales que construyó son referentes para el fútbol español de los últimos años, quizá lo que nos habla de su calidad como técnico sea el hecho de haber finiquitado uno y engendrado el otro, y la manera como lo hizo. Decidir, un día, que tocaba clausurar el Villarreal de Riquelme y empezar a edificar uno nuevo con los Diego López, Cazorla, Pires, Godín o Rossi, no es fácil. Ahora el chileno comanda a un Málaga en situación complicada tras la esperanzadora llegada de los petrodólares a la Costa del Sol, equipo al que, curiosamente, con su última derrota en el Real Madrid permitió la permanencia y quien sabe si el seguir existiendo.

Temporada 2010-11. Final de la Champions League. Barça-Manchester United: 3-1
Valdés; Alves, Piqué, Mascherano, Abidal; Busquets, Xavi, Iniesta; Pedro, Messi y Villa.
Quizá, las dos finales de Champions que ha disputado, sean los dos mejores partidos en la carrera del Leo Messi. La primera, en Roma, fue la de la sorpresa por su ubicación en el centro. En la segunda, ahora en Wembley, todos lo esperábamos ahí, y aún así, comandó al Barça para convertirte en uno de los campeones más indiscutibles que se recuerdan. El Barça de Guardiola fue un equipo de finales. No es habitual que entre las mejores actuaciones de un equipo se cuenten tantas grandes finales. Citas en las que la igualdad entre oponentes, el conservadurismo y la prudencia por el miedo a la derrota, la presión y la tensión, acostumbran a deparar choques con más activos emocionales que futbolísticos. No es este el caso. El Barça de Guardiola ganó y perdió finales, pero siempre las jugó bien. Habitualmente, mejor que nunca.

Cuando un equipo juega como jugó el Barça ayer ante el Espanyol, poco o nada puede hacer el rival para evitar la avalancha. Esto no quita, sin embargo, para que haya decisiones que, lejos de dar un soporte extra ante lo que se avecina, supongan algo así como un tiro en el pie para los propios intereses.

   

Prefacio: Las dos caras de una decisión perfecta

  Al finalizar la temporada pasada el F.C.Barcelona tuvo que enfrentar una situación que esperaba que nunca llegara. Pep Guardiola, tras cuatro años entrenando al primer equipo y uno al filial, decidía parar, detenerse, subir a la superficie a respirar. Se avecinaba un momento traumático, la creación de una frontera entre un pre y un post. Prácticamente todo el mundo coincidía en que la decisión sobre su sustituto debía ahondar en la senda de la idea y el modelo que Pep había llevado a la excelencia, pero todo el mundo, también, daba por sentado con resignación que se iniciaba un nuevo ciclo. Sin embargo, la dirección deportiva sorprendió con una decisión genial: la designación de Tito Vilanova, asistente de Guardiola, para tomar las riendas del equipo. No sólo se subrayaba por partida doble la idea y el modelo, sino que además, con la decisión tomada, se calmaban los temores escenificando una continuidad en el proyecto insospechada dada la situación. Transitar sin desplazarse. El equipo empezaba un proceso de renovación, pero se conseguía diluir la incertidumbre, la sensación de cierre de un momento histórico, de paso a una nueva etapa, de pérdida traumática. La suficiencia como técnico de Tito Vilanova la conocían los de dentro, los encargados de tomar la decisión. De su capacidad para llevar el vestuario, tras cuatro años siendo mano derecha de Guardiola, pocas dudas podía haber. El vestuario estaría con él. Era “uno de los nuestros”.

Si tres años atrás nos hubiesen preguntado quien jugaría más retrasado y más adelantado en un mediocampo con Thiago y Cesc, seguramente la mayoría habríamos coincidido en decir que el de Arenys sería el más próximo a la base y el hispano-brasileño el más avanzado. La evolución táctico-futbolística de ambos jugadores, no obstante hoy en día nos dibuja el escenario contrario. Cesc es un jugador que pese a abarcar mucho terreno tanto en el plano vertical como el horizontal, suele pesar más cerca del arco rival, y Thiago es cada vez más un interior que acude a recibirla cerquita del mediocentro. Por eso, cuando el hijo de Mazinho y Xavi Hernández coinciden en el once, es de esperar que aparezcan situaciones a resolver.

Temporada 2008-09. Cuartos de Final de la Champions League. Barça-B.Múnich: 4-0

Valdés; Alves, Márquez, Piqué, Puyol; Touré, Xavi, Iniesta; Messi, Eto'o y Henry.
Aunque visto hoy sonroje, el Barça del triplete despertó dudas hasta bien entrado el mes de abril. Concretamente hasta que en los cuartos de final de la Champions League se midió al cuatro veces campeón de Europa Bayern Múnich. En Liga, al Barça de Guardiola le bastaban 45 minutos por jornada para alcanzar números de récord, pero Atlético de Madrid, Valencia o Sevilla no parecían suficiente para el juicio mediático hasta que estalló la realidad. En el ambiente flotaba la nebulosa de que el equipo no se había enfrentado aún a un rival realmente grande y se ponía en tela de juicio si sería capaz de demostrar la misma superioridad exhibida en Liga, llegados a una cita más exigente. Y en esas llegó el Bayern Múnich de Klinsmann, que no era el que un día tiranizó Europa de la mano de Franz Beckenbauer, ni el de los noventa, ni tan siquiera el actual, pero que con Ribery, Lahm, Luca Toni, Klose, Lucio o Schweinsteiger, pocas dudas dejaba de que se trataba de un rival de peso para el equipo de Guardiola. El cuatro a cero final no dejó dudas: El Barça de Guardiola iba en serio. Esa noche, el equipo puso en práctica todos sus recursos y los llevó a la máxima expresión. El mejor partido de la era Guardiola hasta que Messi abandonó la banda.

El período de transición ha terminado: el Barça postXavi -pero con Xavi- ya está aquí. Se imponía la necesidad del cambio ante las cada vez más notorias dificultades del de Terrassa para tiranizar desde el ritmo bajo.  Guardiola fue el primero en darse cuenta y tampoco tardaron mucho los rivales. Vilanova y el propio Xavi también lo sabían, pero se lo escondieron al equipo. Primero, amparados en la leyenda de Messi, con un esquema que diese protagonismo al egarense y después mediante la convivencia de dos ritmos con el pretexto de la coincidencia de Xavi y Cesc en un mismo once. Hasta ayer. El partido ante el Atlético de Madrid seguramente sea un punto de inflexión. El Barça de Vilanova ya anda solo. O mejor dicho, vuela.

El Atlético de Madrid es un rival más peligroso en las fechas señaladas que en el largo recorrido. Teniendo en cuenta que hablamos del segundo clasificado y de un conjunto que lleva sumados 37 de 45 puntos posibles en Liga, esto nos da una idea de la dimensión del rival al que se medirá el domingo el F.C.Barcelona. Dos nombres propios para explicarlo: en el campo Radamel Falcao y en el banquillo Diego Pablo Simeone. Es su Atlético de Madrid, un equipo del que todo el mundo espera el momento en que desfallezca, pero con ya media Liga disputada, ese momento no llega, y es el único conjunto que le aguanta el ritmo de puntos al Barça. De pronto, si consigue la victoria en el Camp Nou se pondrá a tres puntos de los de Tito.

Los puntos perdidos por el Madrid le están viniendo de perlas a Tito Vilanova para desarrollar su proyecto. Primero vino la fase de prueba, con un sistema para sumar de tres en tres y rotaciones constantes para activar a todos los futbolistas disponibles. Tras el clásico, con un importante colchón de puntos llegó el momento de crecer en lo táctico y consolidar el once. Así, hemos alcanzado los últimos coletazos de 2012 y parece que Tito ya tiene su once, a la espera de recuperar la mejor versión de Dani Alves en el lateral derecho. Cesc Fàbregas es uno de los elegidos, y si antes se veía como un problema su incursión en el once, ahora lo es su ausencia. Por lo pronto, no volverá hasta 2013, y se perderá, al menos, los duelos ante Atlético de Madrid y Valladolid. El de Arenys estaba siendo uno de los jugadores más importantes del Barça, una vez a su inspiración individual se ha unido el encaje en el esquema táctico. Para reemplazarlo, tres nombres y dos opciones. Alexis Sánchez, David Villa y Thiago Alcántara, y las posibilidades de retornar a Iniesta al interior o de seguir contando con el manchego en la posición de falso extremo izquierdo.

El  Betis salió con el paso cambiado al campo. Pepe Mel seguramente esperaba que tras una semana de dudas, Leo Messi empezara en el banquillo. No fue así, y el argentino se encontró un sistema defensivo verdiblanco ideado para contener a los interiores pero que dejaba mucho espacio por delante de Dorado y Amaya. Es la zona de Messi, por lo que el argentino no necesitó demasiado para decantar el partido. Además, a los pocos minutos se lesionó Cesc, y lo que debería haber sido un problema para Vilanova -lo fue, sobre todo en el segundo tiempo- se tornó, también, en un quebradero de cabeza para el técnico local.