Messi

Mover el balón más rápido que nunca, hacerse con el esférico en un partido en el que ambos equipos lo iban a querer del minuto uno al noventa. Esa fue una de las ideas repetidas por Guardiola en la previa del partido de San Mamés y se tradujo en la coincidencia en el once de Busquets, Xavi, Cesc e Iniesta, cuatro campeones del mundo, cuatro peloteros. Sólo Thiago quedaba fuera del equipo titular, pues Guardiola volvió a repetir defensa de cuatro fuera de casa. Juntar superioridades por dentro para mover rápido, encontrando líneas de pase a varias alturas y castigando la transición ataque-defensa del Athletic. Para potenciar esta superioridad por dentro, Guardiola volvió a echar mano de Adriano en la posición de extremo izquierdo, estirando hacia la orilla al sistema defensivo de los de Bielsa. Sin Pedro lesionado y con un Alexis adquiriendo ritmo después de semanas de ausencia, el brasileño pasó por delante del Guaje Villa, pues mientras Adriano permite ese juego fijo en banda, el asturiano es un futbolista de diagonal hacia el centro que podría arrastrar hacia el interior a los defensores exteriores del rival. El objetivo era eliminar soldados para la batalla que se disputaría en el carril central. 

Quizá obligado por el inimaginable éxito de su primera temporada al frente de la primera plantilla del F.C.Barcelona en la que conquistó los tres títulos a los que aspiraba, cada temporada Guardiola ha lanzado un reto a su plantilla. Se trata de introducir alguna novedad que renueve la motivación del grupo, que obligue al jugador a esforzarse para asimilar nuevos conceptos para que el objetivo sea el día a día y no el largo plazo. En agosto de 2009, cuando el equipo iniciaba la temporada post-triplete, en En un momento dado escribimos: "La motivación será siempre la de ganar, pero los objetivos, aquello en lo que debe pensar el futbolista a lo largo de la semana, antes de saltar al césped o cuando el balón empieza a rodar, deben ser cada uno de los principios técnicos, conceptos tácticos o actitudes competitivas que posibilitarán finalmente conseguir la victoria."  Primero fue la prueba de la salida de tres incrustando al mediocentro entre centrales y el cambio en el perfil del delantero centro con la llegada de Ibrahimovic, y la pasada temporada, tras la marcha del sueco, la nueva posición de Leo Messi como falso delantero centro. El objetivo es sumar nuevos estímulos a los jugadores para seguir creciendo. Seguir mejorando respecto al año anterior. En esta línea, Guardiola ha puesto en práctica este inicio de temporada el esquema 1-3-4-3, aunque atendiendo a la composición de la plantilla y a las dudas sobre su viabilidad ante rivales del máximo nivel, en este post vamos a exponer una alternativa al cambio de sistema que permita al Barça de Guardiola seguir creciendo en su fútbol. Ésta pasa por potenciar el juego y la influencia de los miembros de la generación del 87, Piqué, Cesc y Messi.

El rombo en mediocampo:

  Es una opción emparentada con la expuesta en la anterior entrega en tanto que la entrada de Cesc en el once se produce en lugar de uno de los extremos que acompañan a Messi en ataque. Pero a diferencia de aquella, en esta ocasión no implica la reubicación de Iniesta en una posición en banda de ataque, sino la formación de un rombo en el centro del campo que aglutine al manchego con Fàbregas, Xavi y un mediocentro. Se trata de una alternativa que, además, permitiría suavizar el overbooking de centrocampistas de la plantilla y abriría la oportunidad a Thiago Alcántara de gozar de más minutos. Por contra, implicaría la suplencia de dos delanteros de entre Pedro, Villa y Alexis, con lo improbable de esto visto la inversión en el chileno y lo costoso de la decisión a nivel de gestión de vestuario. De todas formas, es una de las muchas alternativas que la llegada de Cesc Fàbregas ofrecerá a Guardiola a lo largo de la temporada para encarar los distintos escenarios que se le vayan presentando al equipo, y que a buen seguro el técnico aplicará en más de una ocasión.

Finaliza la temporada pero el ritmo frenético del fútbol no se detiene. Llega el momento de los fichajes, el período más mediático para todos aquellos para los que los 90 minutos sobran. Son los que los lunes hablan de árbitros, ruedas de prensa, rumores y todos aquellos aspectos ajenos al juego. Para En un momento dado, lo más importante siempre será el juego, y por eso, más allá de la frivolidad del baile de nombres y la pura especulación vacía, solemos abordar la planificación de cara al mercado de fichajes allá por el mes de febrero, cuando lo azaroso de los resultados no puede enturbiar el análisis. El trabajo ya está hecho, y por esto, del mismo modo que ahora los clubs se limitan a concretar las operaciones, desde En un momento dado nos limitaremos a analizar las implicaciones futbolísticas de los fichajes que se confirmen de cara a la temporada 2011-12. Tras una temporada en que, más que nunca, en el seguimiento mediático los 90 minutos "han sobrado", en el momento que todas las miradas se alejarán del balón, nosotros volveremos la vista atrás y recuperaremos el aroma del césped. Nos detendremos, así, en el análisis de las líneas maestras que han marcado este tercer año con Guardiola como entrenador de la primera plantilla del F.C.Barcelona, de las modificaciones respecto a los dos ejercicios anteriores y de aquellos aspectos que han permitido al equipo lograr otra temporada repleta de éxitos.

La que algunos denominaron como la final de la década, fue finiquitada con solvencia por un equipo que es ya eterno, de leyenda. Hablar con esta contundencia del desarrollo de una final de Champions League, del partido cumbre de la seguramente competición más potente del planeta, puede parecer presuntuoso, pero la realidad es que el Barça logró empequeñecer a un rival, que ante cualquier otro equipo -a excepción quizá del Real Madrid- hubiese partido como favorito de la final. No hablamos de un equipo bien intencionado, con algunas gotas de calidad en determinados jugadores y con un entrenador notable. Hablamos del animal competitivo que supone el Manchester United de Sir Alex Ferguson, uno de los tres mejores equipos de Europa y uno de los máximos dominadores del fútbol continental en los últimos años. Pero es que ante este Barça de Guardiola, si el equipo catalán logra imponer su discurso,  muy poco pueden hacer los rivales, y para colmo, seguramente no haya habido en la historia otro conjunto con más armas para lograr ese fin: dominar el partido. El objetivo de los rivales es el de entorpecer su juego y evitar que el Barça despegue, porque si lo hace, se relativiza, por ejemplo, la importancia de tener una pareja de delanteros de la magnitud de la formada por Chicharito y Rooney, que en la final, entre ambos, solo dispararon en una ocasión entre los tres palos, la jugada del gol.

Mientras que por banda izquierda el United tendrá que amoldarse a la presencia en frente de un lateral como Dani Alves, la banda derecha pude ser la zona donde Ferguson busque una carta ganadora que le permita generar ventajas para dominar el discurso del partido. Tanto Abidal como Puyol están lejos de ser una de las principales armas ofensivas del Barça, por lo que ahí, el técnico escocés, tendrá más libertad para pensar más en atacar que en defenderse. Por eso, mientras que en la banda izquierda la alineación de Giggs podría resultar una imprudencia, jugando a banda cambiada -como en aquella histórica final en el Camp Nou ante el Bayern de Munich- el galés podría encontrar su posición y su razón de ser en el partido. Lejos del extremo punzante de antaño, el Giggs actual, para el Unietd, es pausa, visión de juego y creatividad, prácticamente un mediapunta. La banda ya no es su hábitat natural sino un punto de partida para tender al carril central. Así pues, el United puede encontrar en un Giggs "descansando" en banda derecha y transitando hacia la mediapunta, una solución para poblar la medular, atacar en superioridad la zona de Busquets, y dar la posibilidad a su equipo de mantener la posesión durante fases del juego más largas para que el Barça no viva cómodo. Sin embargo, lo lógico es esperar que la banda derecha inglesa sea para Valencia o para Nani. El primero con un juego más abierto que empieza y termina pegado a la cal, explotando su velocidad y verticalidad para percutir al contraataque, o el portugués para aumentar los recursos del equipo en ataque posicional y con una mayor tendencia a la diagonal. Con más o menos tiempo de posesión en las transiciones defensa-ataque, parece claro que el discurso del United será el contraataque. Para minimizar sus riesgos, pues, será vital para el Barça controlar las pérdidas de balón, tanto en cantidad como en calidad. El Barça no debe permitir la recuperación en fase inicial, con el equipo mal colocado para lanzarse a la presión y el rival desplegado para ejecutar fácilmente la contra. La pérdida azulgrana debe localizarse cerca de la portería de Van der Sar, con el mayor número de jugadores del United por detrás del esférico y los jugadores azulgranas formando una nube alrededor del balón que les permita bien recuperar rápidamente, bien ensuciar la contra inglesa.

A la espera de que el Real Madrid certifique su pase a semifinales haciendo valer el 4-0 de la ida ante el Tottenham, el mundo del fútbol se prepara para un mes de abril en el que Barça y Madrid se enfrentarán hasta en cuatro ocasiones. Como es normal, tratándose de competiciones distintas, los choques no tendrán la misma importancia, de modo que este particular Play-off que disputarán los dos grandes del fútbol español, vivirá un crescendo que se iniciará en Liga donde la ventaja de los azulgranas es notable, pasará por la disputa de un título como la Copa del Rey, y desembocará en la gran batalla por lograr una plaza en la final de la Champions League que se disputará en Londres. Por eso, es de prever que tanto Mourinho como Guardiola mantengan abierta alguna de las dudas acerca de sus planteamientos, al menos, hasta la final de Copa. De entrada, en el Barça, la ausencia por sanción de Mascherano nos privará de resolver la que seguramente sea la principal incógnita del plan culé: la posición del argentino y Sergio Busquets. Aunque el sábado Guardiola supla al Jefecito con Milito como central o Keita en el mediocentro, para los otros tres partidos esperamos que Busquets y Mascherano se repartan el mediocentro y la plaza de central que las bajas de Abidal y Puyol han dejado huérfana. En el Madrid, la posición de Di María, la presencia en el centro del campo de Lass Diarra o la posibilidad de que Arbeloa entre en el lateral izquierda para dar al equipo una mayor seguridad defensiva, son aspectos que tampoco esperamos resolver en el partido de Liga.

En nuestro primer análisis de lo que dio de si el Barça-Madrid del día 29 dejamos fuera del mismo a Xavi, Iniesta y Messi. Argumentamos que su extraordinaria actuación merecía un espacio propio, y qué mejor momento para dedicárselo que el día en que los tres han sido designados como los finalistas del próximo Balón de Oro. Este tipo de premios tienen el valor que tienen, que es poco, pero no deja de ser un gran motivo de orgullo que junto a los nombres históricos de Di Stefano, Best, Beckenbauer, Cruyff, Platini, Van Basten o Zidane, hoy estén los de los tres canteranos culés. Uno catalán, otro de Albacete y otro argentino, los tres de generaciones distintas, representan un estilo, una marca, una manera de entender el fútbol. Ni mejor ni peor que las demás, pero la propia del Barça. Y de la misma manera que no hay mejor manera de hablar del Barça-Madrid que refiriéndose a estos tres futbolistas, el mejor reconocimiento a Iniesta, Messi y Xavi, seguramente sea recordar su memorable actuación en el gran clásico del pasado lunes.

Si nos aventuramos a adelantar el planteamiento que pondrá en liza el Real Madrid para enfrentarse al Barça, hablaremos de un Madrid que presionará arriba la salida de balón desde la defensa. No es tanto que esta sea una característica del equipo de Mourinho -más bien su transición defensiva se basa en el dominio del rechace y el repliegue- como que ante el Barça es algo imprescindible si se quiere evitar que los de Guardiola impongan su discurso. En este sentido, el equipo blanco, pese a sus grandes números en defensa, ha sufrido cuando se ha visto obligado a defender estático en las inmediaciones de su área. Por eso, es de prever que, más que el dominio de la posesión, lo que Mourinho querrá discutirle al conjunto azulgrana será el dominio territorial, y eso pasa por desnaturalizar su juego desde el inicio. Por las características de sus jugadores, es difícil que el portugués plantee una presión cuatro contra cuatro como en su día hizo en el Chelsea enfrentándose al Barça de Rijkaard, pero sí que hombres como Higuaín o Di María tengan un papel importante trabajando sobre el inicio de la jugada culé. Si esto ocurre, el Barça se agarrará a Messi, no para que el argentino, como hace con su selección, baje hasta el centro del campo para iniciar, sino atacando el espacio entre líneas blanco, fijando a los medios en una posición retrasada y ofreciendo espacios a los interiores azulgranas. En las semifinales de la pasada Champions, Mourinho consiguió controlar este factor gracias al doble pivote formado por Cambiasso y Zanetti, y a Walter Samuel. El trío de argentinos, no solo supo neutralizar el desequilibrio individual de Leo, sino que consiguió lo que nadie hasta entonces, quitarle los espacios. Sin los tres argentinos, el plan de Mourinho para frenar a Messi seguramente pase por Alonso y Carvalho, dos hombres que si bien a simple vista no parecen los idóneos para controlar a un regateador como Messi, si poseen la inteligencia futbolística y lectura del juego como para disputar con él el dominio de la zona Messi, esa zona localizada a la espalda de los mediocentros y por delante de los centrales.