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Post-Partidos

  Cuando el camino ha sido tan tortuoso como el del Barça esta temporada, valorarlo de manera unificada es un error. El alumno que suspende dos asignaturas con un 1 y sobresale con un 10 en otras dos, no es un alumno normal. Es muy malo en unas cosas y excelente en otras. El 10 no esconde al 1 igual que el 1 no contrarresta al 10. Así ha sido la temporada del Barça. Tortuosa, irregular, con tramos ciertamente muy buenos y otros muy malos. Para sacar su valoración final, unos se quedarán con una parte, otros con otra y algunos optarán por hacer la media. Aquello de las dos manzanas, yo me como las dos, tú ninguna... Aquí, que no queremos ser jueces ni jurado, ni tenemos la necesidad de una nota final que sacar a pasear en discusiones y debates, no haremos ni una cosa ni la otra. Preferimos exprimir lo que nos deja cada uno de los momentos del equipo, volver sobre los propios pasos, reandar lo andado y seguir el hilo hasta salir del laberinto. 

Hoy va a costar. La tentación es abrirse la camisa y lanzarse a machacar. Y charcos en los que meterse hay muchos. No lo haremos. Básicamente porque no es momento. También porque es feo. Feo con jugadores, técnicos y afición. Ya habrá tiempo para recuperarse, celebrar la Liga, analizar situaciones y decidir. A lo largo de la temporada, en este blog ya hemos hablado de los problemas que pudiera tener el Barça, no hemos escurrido el bulto. Y lo retomaremos para analizar lo que ha sido la primera temporada de Vilanova. Pero hoy no lo haremos. No tras un partido así. Hoy toca cabeza fría aunque el cuerpo esté caliente. No sería justo. Hoy sólo hablaremos de lo que fue el Bayern de Múnich-Barça, ida de las semifinales de la Champions League de la temporada 2012-13.

Santa Fe y Córdoba son dos provincias argentinas vecinas. En la primera nació Messi y en la segunda Pastore. Los dos argentinos, no podrían ser más diferentes. A Leo ya lo conocemos, es la competitividad hecha carne, Javier, por su parte, es un pechofrío de manual. Cada uno a su manera, fueron protagonistas en la ida. El azulgrana por el gol que abrió el marcador y por ser, con su lesión, la noticia del enfrentamiento. En el otro lado de la lona Pastore, por el baile que le dio Dani Alves en el perfil diestro del ataque culé. El Barça no sacó nada de ahí gracias a Thiago Silva, pero la ventaja fue una constante.

Partido grande de Champions que tuvo de todo. La primera noticia la dio Ancelotti con la sorpresa de la entrada de Beckham. Todo el mundo se puso a imaginar sus parábolas dirigidas a las cabezas de Ibra, Thiago Silva, Alex o Matuidi. Y lo cierto es que durante la primera fase del partido fue así. Empezó mejor el PSG, bien asegurado en sus dos líneas de pase, sin girar al mediocampo y con un Thiago Silva imperial para solventar cualquier desajuste. Con Pastore y Lucas por fuera, el Barça tenía ventaja, pero como la portería está en medio y la custodiaba el mejor central del mundo, era una situación asumible. Así se explica que el Barça no masacrara desde el baile de Dani Alves a Pastore. El argentino sólo restó.