El que esté peor
En la jornada dos no se puede estar como en la veinticinco. Y bien que así sea. Mala señal si no. Del mismo modo, no es lo mismo el trabajo del entrenador en la jornada dos que en la veinticinco
Después de la España de Xavi y Xabi
Aunque hoy regresen los reproches, es difícilmente discutible que el trabajo de Vicente Del Bosque al frente de la selección española ha sido extraordinario. De principio a fin. No entró bien y algunas decisiones ha costado asimilarlas, pero si no se entiende el nacimiento de esta generación inolvidable sin Luís Aragonés, tampoco se puede entender que el ciclo se haya prolongado durante, por el momento, seis años, sin la figura de Del Bosque . Hermanado con el Barça de Guardiola, aunque con demasiada y molesta frecuencia se intente defender lo contrario, lo cierto es que el proyecto de Vicente ha sobrevivido al ciclo de Pep. "Perdió" antes el Barça que la selección.
Asumir la pérdida
Neymar es una oportunidad y un reto. Una suerte y una responsabilidad. Con su contratación, el Barça se ha hecho con la presa más jugosa del mercado, un jugador diferente, un talento como hay pocos. Una jugada maestra que de golpe ha elevado el techo futbolístico del equipo. Con Neymar el Barça puede aspirar a ser más. El reto es exprimir hasta la última gota de fútbol del brasileño. No guardarse nada. Guardiola con Messi lo vio clarísimo. Uno de sus grandes logros es que siempre le siguió el paso al argentino. Leo no podrá decir que el de Santpedor le frenó. Ahora le toca a Vilanova. Si cabe, tiene un reto mayor.
A Tito le toca afrontar la forzosa transición. Esa que desde hace dos temporadas el equipo intenta acometer sin traumas y que parece que necesitará más heridas de las pronosticadas. En este escenario, la llegada de Neymar podría parecer un nuevo frente abierto, pero de hecho son dos procesos que van de la mano.
¿El fin del Xavismo?
El cómico Ángel Pavlovsky cuenta la anécdota -no se sabe si real o inventada- de un hombre que a mitad de la función, disgustado con el espectáculo, abandonó el teatro. Al rato decidió volver. "Claro, para lo que hay fuera, pensaría que mejor estaba dentro" añade con sorna Pavlovsky. Algo así debe pensar el barcelonismo con respecto a Xavi y su progresivo declive. Resulta ineludible la cuestión de que se va acabando. Pero el vértigo del post-Xavismo congela. Desde casa es fácil el "tú dentro, tú fuera", pero en la realidad todo se complica.
34 jornadas
Cuando el camino ha sido tan tortuoso como el del Barça esta temporada, valorarlo de manera unificada es un error. El alumno que suspende dos asignaturas con un 1 y sobresale con un 10 en otras dos, no es un alumno normal. Es muy malo en unas cosas y excelente en otras. El 10 no esconde al 1 igual que el 1 no contrarresta al 10. Así ha sido la temporada del Barça. Tortuosa, irregular, con tramos ciertamente muy buenos y otros muy malos. Para sacar su valoración final, unos se quedarán con una parte, otros con otra y algunos optarán por hacer la media. Aquello de las dos manzanas, yo me como las dos, tú ninguna...
Aquí, que no queremos ser jueces ni jurado, ni tenemos la necesidad de una nota final que sacar a pasear en discusiones y debates, no haremos ni una cosa ni la otra. Preferimos exprimir lo que nos deja cada uno de los momentos del equipo, volver sobre los propios pasos, reandar lo andado y seguir el hilo hasta salir del laberinto.
De Córdoba a Santa Fe
Santa Fe y Córdoba son dos provincias argentinas vecinas. En la primera nació Messi y en la segunda Pastore. Los dos argentinos, no podrían ser más diferentes. A Leo ya lo conocemos, es la competitividad hecha carne, Javier, por su parte, es un pechofrío de manual. Cada uno a su manera, fueron protagonistas en la ida. El azulgrana por el gol que abrió el marcador y por ser, con su lesión, la noticia del enfrentamiento. En el otro lado de la lona Pastore, por el baile que le dio Dani Alves en el perfil diestro del ataque culé. El Barça no sacó nada de ahí gracias a Thiago Silva, pero la ventaja fue una constante.
¿Y si no está Messi? (2/2)
La respuesta rápida es Cesc Fábregas, y más después de lo del sábado ante el Mallorca. Es una de las dos opciones que tiene Vilanova, la del hombre por hombre. Asumiendo que no hay dos Messis, el de Arenys es el que más se le puede parecer de lo que el técnico tiene en plantilla. Cesc es interior, así que no será referencia arriba sino que, como Leo, buscará relacionarse con la medular escondido detrás de los mediocentros del PSG. Y tiene gol. Sólo el propio Messi y Villa están por delante de él en pegada en el conjunto culé. Más allá de la diferencia en el regate, la pega es que no es Messi, y en frente esperará nada menos que Thiago Silva. El ex-gunner difícilmente quedará en nada, pero difícilmente también el Barça desnivelará el partido desde ese duelo. Perfectamente asumible porque el Barça tiene recursos para hacer la diferencia en otra zona del campo, pero es algo a tener presente. Mientras en la ida se enfrentaba a Thiago Silva el mejor jugador del mundo, hoy lo hará Cesc, que no lo es.
Receta para una remontada
El equipo, el club y el entorno ya se han puesto a trabajar. Toca remontada. El clima, eso sí, está menos encendido y revolucionado que otras veces. Quizá por la experiencia negativa de las otras ocasiones en que se intentó, seguramente porque el momento actual del equipo tampoco invita al optimismo desbordado. Por eso, el cuerpo técnico debe comprender que el equipo no está, ni en lo futbolístico ni en lo anímico, para inventos radicales. Más que inventar, el objetivo será recuperar. Recuperar aquellos mecanismos que mejor han funcionado esta temporada. Esto como primera clave, como segunda, está el diseñar un equipo capaz de dar respuesta a los distintos escenarios que pueda plantear el rival. A día de hoy, aun nadie tiene claro si el Milan optará por encerrarse o repetirá presionando arriba. El resultado de la ida invita a pensar que lo primero, los últimos partidos del Barça que lo segundo. Los azulgranas deben saltar al césped del Camp Nou preparados para imponerse en ambas situaciones.
Jugar juntos
Xavi, Cesc, Thiago e Iniesta. La nómina de interiores del F.C.Barcelona no tiene réplica en ningún equipo del mundo, y aún así, hay aspectos problemáticos que tratar. No todo se reduce a fichar, por mucho que una infancia -y juventud...- de videojuegos o el ruido mediático nos empujen a creerlo. Una vez le escuché a un entrenador de los de toda la vida -disculpad que no recuerde quién- que el buen técnico no es el que llega a un club diciendo "yo os puedo hacer campeones si me traéis a este, este y a ese de ahí" sino el que es capaz de hacer crecer un equipo con las piezas que le dan, mejorando la materia prima de que dispone. En el fútbol actual, planteamientos como este suenan a quimera, pero sirven para exponer que no todo está en los despachos, y que desde la libreta se pueden transformar jugadores. Ejemplos hay cientos en cada liga.
"Xavi e Iniesta no pueden jugar juntos -como interiores, cabría añadir". Esta sentencia que hoy suena tan aberrante, fue dogma durante la etapa de Frank Rijkaard en el banquillo culé. No fueron pocos los que vieron con recelo las intenciones de Guardiola de juntarlos en la medular de su Barça. Y lo cierto es que la afirmación no era falsa. Al menos en ese contexto. No se trataba de una hipótesis sino que era un razonamiento empírico. Cuando en el Barça de Rijkaard habían coincidido juntos los actuales 6 y 8, la fórmula no funcionaba.
Dos caminos para llegar a la Final
Aunque últimamente parezca lo contrario, un 1-1 en casa en la ida de una eliminatoria es un mal resultado. Ni que sea porque en el momento que el árbitro pita el inicio, estás eliminado. Tiene una ventaja, eso sí, y es que te define el plan de ruta para la vuelta. No vale especular, tú eres quien debe ir a por el partido. Pero el Madrid se enfrenta al Barça, y si de un equipo se puede adivinar que saldrá a por el partido es de este Barça -más incluso que de el de Guardiola, pues aquel contaba con el control de Xavi como el arma defensiva más dominante de los últimos tiempos-. No está claro que para el Madrid esto sea malo. Más bien al contrario, ya que los blancos sufren más cuando el rival les regala la iniciativa. Con un Barça que no especulará y un Madrid que prefiere la reacción, el escenario previo del partido no se plantea muy distinto al de la ida.
A favor de los blancos, eso sí, la vuelta de Di María, Coentrao, Ramos y Pepe. Ahí es nada. Y por el lado culé, casi un mes en el que han podido pensar y trabajar sobre lo sucedido en el partido de ida.