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R.Madrid

robbenComplicada situación para el rey de la Copa de Europa, ya que tras cuatro temporadas consecutivas cayendo en los octavos de final, se le presenta una elimiantoria muy complicada en la cual el resultado de la ida, sitúa al equipo al borde del abismo. Como analizamos en el post-partido del encuentro del Bernabéu, el 0 a 1 en el marcador colmaba las aspiraciones de Rafa Benítez que saldrá a Anfield sin la obligación de buscar el gol, maniatando el juego blanco, centrando sus esfuerzos en la contención y esperando una situación ventajosa a la contra con el rival volcado para teñir la eliminatoria de color 'red'.  Además, para este partido de vuelta, el técnico recuperará al buque insignia del Liverpool, al capitán Steven Gerrard que se perdió la ida por una lesión. Pese a que el escenario parece claramente propicio para el Liverpool, el Madrid tendrá sus opciones, pero deberá saber jugar sus cartas para conseguir dar la vuelta a la eliminatoria y lograr la difícil misión de vencer al Liverpool en Anfield. Al Madrid sólo le vale la victoria, pero es cierto que en un tanteo alto, el valor doble de los goles fuera de casa juega a su favor. Así pues, vemos que el equipo de Juande cuenta con el margen de un gol encajado, ya que para alcanzar los cuartos necesitará dos goles, y a efectos prácticos tendría el mismo valor un 0-2 que un 1-2.

Llegaba el Real Madrid a los octavos de la Champions después de una racha excelente, una dinámica muy positiva y con la moral alta tras recortar 5 puntos en dos jornadas al F.C.Barcelona en Liga. Meses atrás, cuando el bombo emparejó al Madrid con el Liverpool pocos daban opciones al conjunto merengue y la cara de Mijatovic cuando salió la bola del equipo de Benítez, evidenciaba que el equipo no estaba a la altura de un choque de esta magnitud. No obstante, fueron transcurriendo las jornadas y a medida que el equipo recuperaba a los lesionados y que el trabajo del nuevo técnico Juande Ramos iba dando sus frutos, la eliminatoria iba tomando un tono de mayor igualdad. En el bando contrario, el Liverpool que a principio de temporada se había mostrado como un dominador sólido en la Premier, de la cual encabezaba la clasificación, atravesaba un momento complicado, cada vez más lejos del United y ofreciendo sensaciones contradictorias en su juego. Ambos equipos, pues, se daban cita en el Bernabéu en unas circunstancias sensiblemente diferentes a las del día que se realizó el sorteo, y la eliminatoria pasaba de tener un claro color red, a convertirse en uno de los enfrentamientos más interesantes de ésta ronda, y es que un enfrentamiento entre dos clubs de la entidad de Liverpool y Real Madrid nunca es un partido más, sino que es garantía de pasión, orgullo y futbolistas de altísimo nivel. Por si fuera poco, se daban cita dos de los entrenadores más importantes del panorama futbolístico, ambos cortados por el miso patrón, el que pone el planteamiento táctico colectivo por encima del talento individual y el cual convierte los partidos en apasionantes partidas de ajedrez.

Llegado el parón navideño es el momento para que los entrenadores se detengan a analizar la situación de sus equipos, evalúen y fijen nuevos objetivos a conquistar, y diseñen una estrategia para lograrlo. En los casos en los que el trabajo a lo largo de los primeros meses de competición se ha traducido en buenos resultados, deberán tratar de seguir la misma línea, fomentando las dinámicas que han hecho posible el éxito y fortaleciendo las estructuras sobre las que éste se ha sustentado. A la vez, gracias al margen de maniobra que da la confianza por los buenos resultados, será el momento de marcarse nuevas consecuciones tanto a nivel individual como colectivo que permitan crecer en lo futbolístico al grupo en su conjunto. En el lado contrario, en los casos en que el rendimiento del equipo no ha sido el deseado, es el momento tanto de analizar las causas como de encontrar soluciones, e incluso dependiendo de las circunstancias, cabe la posibilidad de que éstas obliguen a reconsiderarse los objetivos marcados al inicio de temporada. Este es el caso del Real Madrid. El equipo merengue, a doce puntos de la cabeza de la clasificación -faltándole aún el partido ante el Villarreal para completar el Tourmalet- y fuera de la Copa del Rey, se encuentra con que la Champions es posiblemente la única tabla de salvación, si no para la temporada, si para la junta directiva y veremos si para el nuevo técnico. El nuevo objetivo del equipo blanco, pues, debe ser llegar lo más lejos posible en la máxima competición europea, ya que imaginarse a un Madrid fuera de la lucha por los títulos desde febrero, es encontrarse a una institución a la que la temporada se le puede hacer muy larga, con un clima prácticamente insostenible y un referéndum a la figura del presidente en cada partido disputado en casa. Así pues, el poder alargar la participación en Champions lo máximo posible, serviría para ofrecer al aficionado algo con lo que ilusionarse y continuar remando a favor.

Quedan poco más de 24 horas para que el silbato del árbitro marque el inicio del partido más esperado de lo que llevamos de temporada. Ayer nos detuvimos en el planteamiento que posiblemente presente Juande Ramos para vencer a los pronósticos que sitúan a su equipo como el claro derrotado. Hoy, por su parte, trataremos de abordar la labor de Pep Guardiola, que tendrá la difícil misión de preparar un partido que no tiene porqué reflejar la distancia real entre ambos conjuntos, en el que todos dan al Barça como claro ganador y donde las apuestas se encaminan más a saber la diferencia de goles a favor de los azulgranas que en el signo del resultado final. En este sentido, uno de los méritos de Guardiola será el de encontrar el punto de activación justo, evitar triunfalismos pero huir también de planteamientos que disparen las revoluciones de los jugadores. Es por eso que Pep, al contrario de la opinión de parte de la prensa y afición, no pasará el video del partido en el Bernabéu de la pasada temporada. Todos los jugadores que estuvieron esa noche sobre el césped tienen bien presente lo que ocurrió y declaraciones como las de Márquez, Henry o Puyol reconociendo que aquel partido fue el peor momento de su carrera, dejan patente que lo que ahí sucedió nadie lo ha olvidado.

Dos equipos en situaciones diametralmente opuestas, realidades futbolísticas muy alejadas, aficiones antagónicas en cuanto a ilusión y dos dinámicas que nada tienen que ver la una con la otra. A priori, el signo en la quiniela estaría claro, pero eso no sería un clásico entre Barça y Madrid. El clásico, el partido por antonomasia de nuestra liga en que se enfrentan los dos conjuntos más grandes de la historia de la competición y dos de los equipos más admirados y laureados a lo largo de la historia del balompié, siempre es un choque especial donde se congelan las circunstancias de cada equipo, se renueva el entusiasmo de la grada y el fútbol adquiere su cara más mágica deparando encuentros de sorprendente desenlace y fuera de toda lógica. No hay duda de que el Barcelona afronta el choque como el máximo favorito gracias al crédito que por juego y resultados ha cosechado hasta le fecha, pero en frente no habrá un rival cualquiera, sino que esperará un Madrid herido, más inestable imposible pero con la necesidad de reclamar su condición de aspirante al título. Una victoria culé alejaría a los blancos a doce puntos, una distancia que pese a que todavía queda más de una vuelta por jugarse, visto lo que han ofrecido unos y otros en lo que llevamos de temporada, se presume muy difícil de recuperar. En cambio, de dar la campanada en el Camp Nou, el Madrid recortaría hasta los seis puntos -con el partido de la segunda vuelta en el Bernabéu aún pendiente-, volvería a activar la dinámica positiva, se renovaría la ilusión del madridismo y el proyecto de Junade Ramos recibiría una inyección tremenda.

Mismos problemas pero diferente resultado. La victoria contra el Recreativo no debe variar el planteamiento del cuerpo técnico, que no es otro que el de dar la vuelta a una dinámica tremendamente negativa. Como comentamos en el artículo anterior, la situación real del equipo no responde al catastrofismo que flota en el entorno blanco, pero si es cierto que como resultado de la pérdida del futbolista que vertebraba todo el juego del equipo, el Madrid debe vivir un proceso de refundación, debe crear un nuevo equipo. Para lograrlo, lo que precisa el cuerpo técnico es, sobretodo, tiempo, algo que hoy por hoy no puede pedir ya que la convulsión institucional del Madrid hace que se exijan resultados de manera inmediata sin dejar lugar a un proceso mediante el cual Schuster pueda volver a ensamblar las piezas y confeccionar un nuevo equipo que viva más allá de los automatismos que definieron al equipo con Robinho. Puesto que esta vía es utópica, no nos detendremos en ella por el momento y, en todo caso, a final de temporada, cuando encaremos la planificación merengue, de ser necesario ya abordaremos las líneas maestras en la construcción del nuevo proyecto. No obstante, ahora mismo el objetivo de Schuster y su cuerpo técnico debe ser buscar el rendimiento inmediato, por lo que lo más recomendable es que manteniendo la estructura básica y el funcionamiento del Madrid de la pasada temporada, introduzca las variaciones que equilibren la marcha de Robinho. Evidentemente es una solución "parche", pero Schuster no puede aspirar a mucho más ya que la situación del técnico alemán es la de vivir al filo de la navaja, y lo más recomendable para lograr resultados de manera inmediata es reproducir el patrón de juego al que los jugadores ya están habituados.

Seguramente Calderón y Mijatovic esperarán a pasar el Tourmalet antes de destituir a Schuster, ya que una serie de malos resultados contra los equipos importantes de la competición puede dejar sin crédito al nuevo técnico prematuramente, no obstante, parece difícil augurar un futuro a la relación de Schuster con el Real Madrid, y el partido del sábado en Zorrilla puede haber dictado sentencia. Hasta el partido contra el Valladolid, objetivamente, la situación no era ni mucho menos terminal. El equipo pasaba por una mala racha de resultados y de juego producto de un verano en los despachos para olvidar, pero enganchado a la cabeza de la liga y con bastantes probabilidades de alcanzar los octavos de la Champions, no parecía que la situación pudiera considerarse de crisis. A nivel mediático, en cambio, la batalla había empezado. Un presidente en entredicho con una asamblea de compromisarios polémica a la vuelta de la esquina, una oposición que empieza a trabajar en la sobra -o no tan en la sombra- y una prensa deportiva que no perdona a Schuster sus continuos desplantes y contestaciones cercanas a la mala educación, pues fueron uno de los principales artífices de que hoy, el alemán, se siente en el banquillo merengue. El caldo de cultivo estaba preparado, solo hacia falta el momento oportuno para que saltara todo por los aires, y las opciones pasaban por un bajón blanco o por un buen momento del eterno rival. Curiosamente, ambos han confluido. El primero -del que hablaremos más adelante- ha servido para que nazca el nerviosismo y la desconfianza en el equipo, mientras que el segundo hace retumbar la promesa de excelencia que sirvió para justificar el cambió de entrenador en un equipo campeón de Liga. Hasta el partido contra el Valladolid veíamos, pues, como la situación real del equipo no respondía a la percepción mediática, puesto que mientras el equipo sufría las consecuencias lógicas del mal trabajo a la hora de fichar y vender, el entorno ya daba por muerto al proyecto Schuster.

Con la victoria ante el Atlético todavía fresca en la mente de los madridistas -que difícil para un entrenador preparar los partidos a conciencia cuando entre uno y otro se dispone de poco más de un día para trabajar-, los de Schuster viajan a Turín para enfrentarse a la Juventus y prácticamente sellar el pase a octavos en caso de lograr llevarse los tres puntos hacia la capital. La derrota, en cambio, apretaría mucho la pelea por el primer puesto- importantísimo ya que ofrece la oportunidad de disputar la vuelta de los octavos en casa-, que a la espera de lo que pueda decir el Zenit, el Madrid se disputará con el cuadro de Ranieri. No llegan los equipos en la misma situación ya que mientras los blancos marchan firmes en la Liga cumpliendo, por el momento, con las expectativas creadas al inicio de la temporada, la Juventus está sufriendo más de lo previsible para volver a asentarse en la élite después del Moggigate, y ya está a siete puntos del líder del Calcio, el Inter de José Mourinho. Futbolísticamente, con numerosas bajas como Buffon, Poulsen, Zebina, Andrade o Trezeguet, el fútbol desplegado hasta la fecha por la Vecchia Signora ha sido muy pobre, lo que provoca que la continuidad de Claudio Ranieri esté, cuanto menos, en entredicho. El técnico italiano utiliza un esquema 1-4-4-2 en que prácticamente los dos únicos caminos para llegar al gol son las jugadas a balón parado y el juego directo buscando la referencia del punta y la segunda jugada. Fuera de esto, el desierto. Con un mediocentro formado por Poulsen y Sissoko -el danés será baja ante el Madrid-, sin profundidad por bandas y con apenas Nedved y Del Piero como jugadores capaces de generar juego con el balón a ras de césped, la propuesta del equipo turinés resulta, durante numerosas fases del partido, realmente desoladora.

marquezMás que para describir una actitud y función sobre el campo, el apelativo de triángulo defensivo lo utilizamos para referirnos al tridente que forman en un equipo los dos centrales y el mediocentro que se sitúa por delante de estos. Si bien es cierto que gran parte de la seguridad defensiva de un equipo pasa por el rendimiento de la sociedad establecida entre los hombres alineados en estas tres demarcaciones, su participación no se limita -o no debería hacerlo- a la fase defensiva del juego, y en el caso que nos ocupa, el Barça de Pep Guardiola, esta globalidad en el juego del triángulo es evidente. Por regla general el triangulo defensivo de un equipo lo forman un central marcador que tiene la función de defender al delantero sirviéndose de unas cualidades físicas importantes y del acierto en la anticipación, un central líbero que se encarga de organizar la defensa y decidir el como, donde y cuando va a defender el equipo, y un mediocentro por delante que equilibre y corrija en defensa, y que aporte en la salida desde atrás cuando el equipo tiene el balón. A grandes rasgos, y teniendo en cuenta que podemos encontrar muchos y variados ejemplos en lo que se refiere a estas posiciones, condicionados por los perfiles de los jugadores de que dispone cada técnico, éstas son las tres figuras que forman lo que en este artículo denominaremos triángulo defensivo.

zenitPartido determinante el que se vivirá mañana en el campo del Zenit, ya que en un grupo que se presume tan apretado, ganar fuera de casa puede significar el pasaporte para octavos y una derrota como local quedar fuera. Por eso, pese a que se trate aún de la segunda jornada de la liguilla, el choque debe tomarse como decisivo para ambos conjuntos. Por un lado, el Zenit tras perder en su visita a Delle Alpi vería como una segunda derrota -esta en casa- le pondría muy difícil la clasificación, ya que una distancia de seis puntos respecto a Madrid y Juventus en un grupo tan igualado, sería una losa importante para los rusos. Los de Schuster, en cambio, de sumar los tres puntos afrontarían con mayor tranquilidad los enfrentamientos contra los italianos, y dando por seguros los tres puntos contra el Bate, -aunque un desplazamiento de esta naturaleza siempre debe tenerse muy en cuenta- situar una distancia de seis puntos respecto al equipo de Advocaat, sería un muy buen comienzo.